El tema del cambio climático y calentamiento de la tierra es de los más complejos que hay. Hasta ahora el dilema desarrollo económico versus protección del ambiente ha plantea un inevitable juego de "suma cero" donde una de las dos partes tiene que ceder espacio a la otra.
El asunto del cambio climático es de extrema gravedad y urgencia; para evitar los inminentes estragos del cambio climático, la temperatura del planeta no debe subir más allá 1.5° centígrados en los próximos 20 años.
El Protocolo de Kyoto, de 1997 cuya vigencia se extiende sólo hasta fines del año entrante, es el primer acuerdo jurídicamente vinculante que obliga a unos 40 países a reducir sus emisiones en 5.2% para 2012 respecto a 1990. Dicho instrumento trata de resolver el asunto con una fórmula que incentiva la reducción de emisiones de CO2 con un premio económico. Los resultados no han sido los esperados.
La Conferencia de las Partes Contratantes de la Convención Marco de las NNUU sobre el Cambio Climático (COP 16), celebrada en Cancún que terminó la semana pasada comenzó con un sombrío acto inaugural en el que el secretario general de NNUU, Ban KiMoon, dijo que aunque sabía que "todos enfrentan limitaciones políticas y económicas estaba profundamente preocupado porque... pese a los esfuerzos para consolidar acuerdos que frenen el cambio climático y de muchos años de negociación no estamos a la altura del reto que tenemos... y el no avanzar significa condenar a millones de personas del mundo".
La Sesión de Clausura de la COP16 fue diametralmente distinta. 193 países asistentes, aprobaron por aclamación el Acuerdo presentado por la presidente de la reunión Patricia Espinosa. Las conclusiones, producto de un intenso cabildeo iniciado desde muchos meses antes en todas las capitales del mundo, por la Cancillería mexicana, fueron el eslabón que rescató de la irrelevancia o del colapso un tema moribundo cuyo historial comenzó en la Cumbre de Río de Janeiro de 1992. Tras de la fracasada Conferencia de Copenhagen el año pasado, en Cancún se fijaron varios avances fundamentales.
En primer término se logró impedir la extinción del Protocolo de Kyoto. En efecto, el acuerdo aprobado dice que se deben completar los trabajos para prorrogar Kyoto lo antes posible "para que no haya una brecha entre el primer y segundo periodo de cumplimiento."
El eje del triunfo de Cancún estuvo en lograr por primera vez un consenso entre países desarrollados y en desarrollo para formalizar su compromiso de actuar dentro de la estructura de negociación formal de las NNUU para atender el vasto problema del cambo climático.
Hubo fundamentales avances en tres asuntos: la constitución impulsada muy especialmente por el presidente Calderón de un "Fondo Verde" que reunirá 100' millones de dólares anuales para ayudar a los países en desarrollo a que eliminen el carbono de sus programas, un sistema complejo de monitoreo de la eficacia de las medidas en los países desarrollados de combate a las emisiones, y el fortalecimiento de un programa para detener la deforestación que es un proyecto análogo al Programa Especial de Cambio Climático de México.
La presidencia mexicana de la conferencia y el Secretario Elvira Quesada, hicieron lo que parecía imposible, el poner de acuerdo a EUA, China, Brasil, India y Japón, los países africanos, los pequeños Estados Islas en un texto que no solo salvó la COP16 sino devolvió el protagonismo de la ONU.
La siguiente reunión en Durban, Sud África, será el 29 noviembre al 9 diciembre de 2011. Desde ahora se sabe que los siguientes 2 años serán vitales.
China y EUA son los emisores más importantes del mundo. Ellos determinarán en qué medida puede acelerarse el paso. Falta que los EUA resuelvan sus emisiones de carbono para que pueda hablarse de un acuerdo mundial. Las condiciones políticas en su Congreso no son muy halagüeñas. Beijin por su parte deberá decretar ritmos más discretos de crecimiento. Europa es más constructiva: Francia da prioridad a las medidas contra el calentamiento climático y el G 20 reducirá sus subsidios a los combustibles fósiles. Persiste, empero, el problema de ingeniar fórmulas prácticas que conviertan estos procesos en "negocio atractivo" para las empresas.
El que la delegación de México haya hecho que COP16 resultara productiva demuestra la consistencia de la diplomacia mexicana que tradicionalmente privilegia la vía multilateral para resolver situaciones internacionales así como la eficacia de nuestra diplomacia profesional cuando está respaldada con metas claras. En este sentido, es muy positivo el que el sistema de negociación de las UN se haya fortalecido en Cancún así como el que se entienda aún en lo gradual hay éxito.
El reconocimiento a la labor de la Canciller mexicana se expresó en la aclamación de más de tres minutos que 193 delegados le prodigaron. Funcionaria discreta. Frecuentemente acusada por los siempre inconformes, como insuficientemente firme, reveló su temple oportuno al impedir que por una sola oposición, la del gobierno de Bolivia, se frustrara el Acuerdo de Cancún. "La regla de consenso no significa unanimidad", dijo la Canciller, "ni mucho menos significa que una delegación quiera imponer su veto sobre la voluntad de las delegaciones que con tanto esfuerzo han venido trabajando con enormes sacrificios... He oído a los hermanos bolivianos y no puedo ignorar la visión, las solicitudes de 193 Estados". Patricia cerró con su mazo el incidente y la Conferencia prorrumpió en aplausos.
Todas las batallas que se han librado para alcanzar metas trascendentales, han llevado años. La lucha por las libertades y los derechos se ha librado por décadas, si no es que siglos enteros. Siempre han gozado de de consensos positivos. Nada puede estar contra la democracia, contra los valores de la familia, ni de la distribución equitativa de la riqueza , ni de condiciones justas del trabajo o de la defensa del débil frente a la autoridad o el capital abusivo. Nadie.
Pero como sucede en estos y todos los demás temas que tienen que ver con la realización de los valores más importantes, en el camino aparecen miles de intereses que tienen que ceder sus espacios. Son estos intereses, que siempre opondrán razones para retrasar el avance hacia la meta. Para ellos nunca será oportuno cambiar.