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El estacionamiento de la Plaza de Armas

“No parking-no money”, con esta máxima los estadounidenses dicen que si un negocio no tiene estacionamiento, no funciona.

Es lo que le pasa al Centro de Torreón, le falta estacionamiento.

La Administración municipal pasada se gastó más de cien millones de pesos en la remodelación del Centro Histórico, pero se le olvidó que para atraer a la gente, lo primero que tenía que hacer era incrementar el número de los cajones de estacionamiento e hizo todo lo contrario, cerró las calles Valdez Carrillo y Cepeda y quitó más de cien lugares de estacionamiento.

La Cámara de Comercio puso nuevamente sobre la mesa el proyecto del estacionamiento en la Plaza de Armas, el cual no se concretó por una oposición muy ruidosa que esgrimió como argumento que se iban a quitar los árboles, mismos que los proyectistas afirmaban reponer y con pilón.

Los que se opusieron a la obra son parecidos a los que estaban en contra de la construcción de la torre Eiffel en París, que llegaron a calificar de “monstruosidad” y ahora es el símbolo de Francia.

Son parecidos a los que se oponían a la construcción de la macroplaza en Monterrey, y ahora no se concibe a la ciudad de Monterrey sin su macroplaza.

Ni en París ni en Monterrey les hicieron caso, pero en Torreón, sí.

Ya que comenzó con muchas ganas la nueva Administración municipal, debería autorizar la construcción del estacionamiento, y darle a Torreón su macroplaza.

Todavía es tiempo, como regalo por su Centenario.

Roberto Barranco Aguilar,

Torreón, Coahuila.

***

Defensa del idioma

El consumidor está expuesto a un continuo bombardeo publicitario. Calculan los expertos que el ciudadano estadounidense medio habrá visto por la pequeña pantalla, antes de su mayoría de edad, más de medio millón de mensajes publicitarios distintos.

Estas cifras sirven para argumentar el increíble poder de la publicidad. Un caso concreto de su impacto es el relativo al lenguaje. Los creativos publicitarios buscan la llamada de la atención y para conseguirlo no reparan en el cuidado del idioma.

La agresión a la correcta utilización de las normas gramaticales y los atentados al idioma son cada vez más frecuentes. Urge una defensa del lenguaje, que los anuncios publicitarios se ajusten a la corrección idiomática. De esta forma se conseguiría un buen patrón de uso del idioma y la actividad publicitaria serviría de escuela de buen decir y de buen hablar.

Gabriel Roselló.

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