Estado obeso
-¡Señor, señor!, según las estadísticas el 52% de los ciudadanos padece obesidad o sobrepeso.
-¿Y el otro 48? -preguntó el señor.
Ésos no, patrón, ésos ya se están muriendo de hambre.
Preocupan al ejecutivo las altas tasas en crecimiento de la obesidad y el sobrepeso en la población, pues puede convertirse en una situación de mucho desgaste para el ya precario sistema de salud en los próximos cinco años.
Pero la verdad es que hoy no es un problema comer bien, el problema real es comer, sobre todo para ese 48% que está metido en el cinturón de la pobreza extrema.
Es loable pensar y preocuparse de la obesidad como individuos y como Gobierno, sin embargo hay otras mórbidas obesidades para las que no se han aplicado mecanismos ni dietas que en mucho ayudarían a la Nación; me refiero a la obesidad del Estado.
De todos es conocido los altos salarios que tienen los funcionarios municipales y no se diga los estatales y federales cobijados en sus grandes cargos a pesar de sus minúsculos resultados. La obesidad de tantas prerrogativas para ellos pone al país en riesgo de una anemia aguda que bien puede desencadenar en males de grandes calamidades, ya que no se tiene conciencia de que es más ahora lo que se gasta que lo que se puede recaudar.
Basta ver que el pasado ejercicio municipal de Torreón la nómina aumentó un 34% en relación a la nómina que tuvo el Gobierno de Guillermo Anaya; por poner un ejemplo. O en el caso del gobernador de Aguascalientes que gana más que todos sus colegas gobernando un estado pequeño. O Peña Nieto ganando más que el presidente. Sin embargo los del IFE sí se “volaron” la barda y superaron a todos avalando una democracia donde más de la mitad de los electores no vota.
Y qué decir de los señores diputados, 500 de a 250 mil por mes más los 132 senadores.
A eso súmele la bola de “aviadores” en todas las nóminas en los tres niveles de Gobierno.
En verdad que sí se requiere de controles muy eficientes para adelgazar las nóminas de la función pública.
Y en los dos casos cuando falta, pues hay que pedir: unos casa por casa y otros con malévolos impuestos que hay que pagar.
Los mexicanos somos como una liga, nos estiran hasta el punto de reventar y a luego nos aflojan con los discursos de campaña y ahí vamos al estira y afloja cuidando que no se reviente esta frustración de ver cómo se gastan nuestro dinero tan espléndidamente... ¿y ahora nos quieren poner a dieta?
Cuando que su preocupación debería ser eficientar los sistemas de salud, ya que los médicos trabajan a veces con las puras uñas. Y luego decimos -oye, qué bueno es este médico del ISSSTE o del IMSS, pero en su consulta privada.
Trataremos de ceñirnos al llamado del presidente para bajar de peso, no por él, por nosotros, ya que en México es un pecado mortal ser pobre y estar enfermo.
Pero también queremos que la otra obesidad, ésa de la política, le baje porque el otro pecado mortal es ver que te friegan y sigues aplaudiendo.
Miguel Gerardo Rivera
Gómez Palacio, Dgo.