¿Aguas torrenciales o negligencia?
Es lamentable que en los últimos años la Comisión Nacional del Agua (Conagua), organismo responsable de la administración de las aguas nacionales haya perdido presencia en obras de infraestructura hidráulica para el control y almacenamiento de las corrientes extremas de épocas lluviosas, como lo exige el crecimiento poblacional; y la falta de capacidad técnica para manejar presas y ríos. El descuido se refleja en inundaciones en el país en perjuicio de miles de familias de bajos recursos, como en Michoacán, Guajanuato y el Valle de México.
Hace 21 años, la Conagua recogió el legado de la Comisión Nacional de Irrigación y de la Secretaría de Recursos Hidráulicos en cuanto al control y regulación de crecientes, y almacenamiento con fines agrícolas y de agua potable, junto al mantenimiento de la infraestructura en puntos críticos de embalses y corrientes -desazolve, reforzamiento y sobreelevación de muros de contención; pero la obra constructiva y de mantenimiento se vio frenada por insuficiencias presupuestales o a otras prioridades que reclaman la atención de los mandos directivos.
La Conagua hoy carece de cuadros especializados en ingeniería hidráulica que llegó a congregar y que dieron realce al quehacer hidráulico nacional, debido a que fueron desplazados por acomodos de índole partidista, factor que se ha venido observando en la poca capacidad de respuesta para prevenir y atender las emergencias por las inundaciones, concretándose ahora a alertar a la población, a través del Servicio Meteorológico Nacional, acerca del movimiento de fenómenos meteorológicos.
El descuido en la reparación de fisuras, grietas y azolvamiento de las corrientes de agua tarde que temprano genera problemas serios de desboramientos, como en el Valle de México, en el río La Compañía y de Los Remedios, ambos canales de aguas negras a cielo abierto que son un riesgo para los habitantes de las riberas. En mayo del 2000, el río La Compañía, al Oriente de la Ciudad de México y que recoge las aguas negras de Ixtapaluca, Valle de Chalco y Chimalhuacán y los descarga en el Drenaje General del Valle de México, tuvo una fractura de más de 50 metros en el bordo de la margen izquierda inundando colonias de esos 3 municipios; las aguas pestilentes cubrieron las casas y miles sufrieron la pérdida de su patrimonio familiar quejándose de apoyos gubernamentales muy raquíticos. Hoy, 10 años después, la historia se repite.
En el sexenio pasado, se puso la primera piedra para canalizar las aguas del río de La Compañía a 15 y 20 metros de profundidad para solucionar el problema latente de desbordamientos dado el fuerte deterioro que tienen sus diques de contención; la obra es de participación tripartita y consta de un túnel de 5 metros de diámetro de concreto armado en 7,5 kilómetros de extensión ya ha sido concluida; sólo falta la planta de bombeo. Otro río con problemas es el de Los Remedios; el reciente desbordamiento provocó graves inundaciones de aguas negras en colonias en Nezahualcóyotl y Ecatepec. La gente llora por sus bienes.
¿Qué pasa en Conagua?, ¿a qué se dedica?, ¿dejó de cumplir con las funciones que le dieron vida hace 21 años o no se atienden en la medida de las necesidades que demanda el crecimiento del país?
Aquí sale a colación aquel pintoresco dicho de don Manuel Bernardo Aguirre, Secretario de Agricultura y Ganadería en tiempos de Luis Echeverría, a propósito de los estragos por las inundaciones en zonas de cultivo, de que “Las lluvias, ni nos perjudican, ni nos benefician, sino todo lo contrario...”
Héctor Bonilla.
Torreón, Coahuila.