Reforma política
La democracia alcanzada en México, después de una lucha larga y silenciosa contra la “dictadura perfecta”, 70 años de dominio priista que se terminaron con el triunfo de Vicente Fox en 2000, se ha transformado en una democracia imperfecta que tras eliminar el presidencialismo, llegó a un extremo opuesto que no permite la gobernabilidad, pues se transformó en un “congresionalismo” propiciado por una “partidocracia”, con un presidente débil dependiente de la Oposición para realizar cualquier tipo de reformas. Una Oposición cuyo incentivo es concederle unas pocas reformas al Ejecutivo para que el país no se caiga a pedazos, pero no muchas, de manera que el país prospere y el partido gobernante continúe en el poder.
Esta es una idea que aparece en la mayoría de los artículos de los comentaristas políticos, que la incluyen, casi de pasada, después de criticar a fondo al Gobierno por sus “errores”.
El cuadro se completa con la creencia generalizada, particularmente entre los “comentócratas”, de que el presidente debería ser lo suficientemente hábil para superar esta situación y contar con los operadores suficientemente hábiles para cabildear en el Congreso las iniciativas que tratan de mejorar al país. Total, “la culpa es de los gobiernos panistas porque no saben gobernar”.
El 15 de diciembre, el presidente Calderón presentó a las cámaras una propuesta de reforma política que aquí comento.
Viéndolo bien, la reforma política propuesta por el presidente se divide en dos partes:
1 ¡Ya basta de partidocracia! Hay que dar poder real al pueblo (reelección de diputados senadores, delegados y alcaldes, Segunda vuelta en la elección presidencial, Iniciativa ciudadana, reducción del Congreso, candidaturas independientes).
2 ¡Ya déjenme trabajar! (se ha pasado de un régimen ultrapresidencialista (¿qué horas son? ¡las que usted diga Señor Presidente) a uno antipresidencialista (¿qué horas son? ¡las que sean, menos las que diga el presidente!). Hay que dar al presidente poderes limitados, pero útiles y utilizables (Iniciativa preferente, elección del Congreso 4 semanas después de la presidencial, veto parcial de leyes y del presupuesto.
También, viéndolo bien, la aprobación de una reforma como ésta poco podría influir en los menos de tres años que le quedan al sexenio. Más bien ayudaría a que el próximo presidente tenga más margen de maniobra en su mandato. Aunque, claro está, sería un triunfo político para Felipe Calderón y podría influir en la próxima elección presidencial.
JRA.
Torreón, Coahuila.