“El olimpo mexicano”
¿Recuerda usted cuando nuestros maestros, aquellos
amantes de la narrativa y la historia, nos emocionaban
con sus pláticas tan amenas y provechosas como la leyenda
de Prometeo que robó el fuego, la extraordinaria
leyenda de la fundación de la gran Tenochtitlán y otras
que hacían que en el aula misma nos remontáramos en
un mar de fantasía imaginándonos a esos seres superiores
haciendo gala de su magnificencia y perversión hacia
los hombres de la Tierra?
La Iliada y La Odisea con sus interminables aventuras,
pavorosos monstruos y bellezas exóticas, amorosas
y malvadas para hacer caer a sus víctimas, cautivos de
sus encantos y muertos por sus mágicas acciones.
¿Quién no recuerda el Olimpo? lugar donde habitaban
los dioses que tomaban partido unos para el bien
del hombre y otros, recelosos tan sólo para hacerles
mal.
Al hacer una comparación creo ver a esos dioses,
sentados en sus sillas de oro, con sus báculos de mando,
su voz sonora y la intocabilidad de su persona. Dioses
que deciden lo que va a pasar en México en diez,
quince o treinta años. Seres omnipotentes que a sus hijos
heredan sus poderes en los rincones del Olimpo mexicano,
llámense Los Pinos, el senado, el congreso, los
gobiernos estatales y las presidencias municipales.
Al igual que en la mitológica estación unos buscando
el bien común (pocos) y otros buscando el bien propio
provocando el mal, causa de sus negros intereses.
Águilas y serpientes diría Francisco Amparán, perros
y gatos, los más finos y de angora.
Desde el Olimpo priista y el trono panista dos personajes
que cual Zeus firmaron un convenio para no promover
coaliciones entre partidos pero a cambio de un
favor; ellos, sin preguntar a sus representados ya habían
decidido qué pasaría con las gestas políticas de este
país de aquí al 2011.
Indirectamente el Prometeo, no porque robara el fuego,
sino que aquí fue el que lo encendió, Gómez Mont,
en un acto de contrición trató de suavizar las cosas renunciando
a su partido, él, que fuera testigo de tan mal
lograda acción.
“Firmó y luego se cortó la mano”.
Habrá que ver qué más han pactado ya estos dioses
del Olimpo mexicano para repartirse el poder y los despojos
en los que han convertido a esta gran nación, seres
mito porque ya no existen para algunos y lógicos
porque en su andar por la administración pública hacen
a su antojo la política que os conviene, no la que
conviene al país, entes que suelen sólo voltear a la Tierra,
hacia los hombres, cuando necesitan de sus votos.
Llegará el día en que los hombres conocerán por sus
actos y falta a sus promesas que nunca fueron dioses sino
quimeras, apuesta, ilusión, de que en verdad vieran
por su gente que los llevó hasta a donde ahora están.
Prometeo acabó devorado por los buitres por su mala
acción, el abstencionismo es ese buitre que ha empezado
a corroer y a picotear el cuerpo de la democracia,
que al igual que el héroe, no muere, pero sufre.
Miguel Gerardo Rivera
Gómez Palacio, Dgo.