¿Conductor? ¿Locutor?
Hace unos días, al dirigirme a mi trabajo aquí en Torreón y después de haber consumido mis sagrados y deliciosos alimentos, cuando eran aproximadamente las 16:10 horas encendí el radio de mi automóvil y empecé a buscar una estación de FM y al escuchar una canción de moda, interpretada por una Banda muy reconocida de Sinaloa, decidí seguir sintonizando esa estación durante todo mi trayecto, que es de aproximadamente de 15 a 20 minutos, dependiendo de los semáforos, bordos, baches, alcantarillas, limpiaparabrisas, burros y taxistas que se me atraviesen.
Al terminar de escuchar la interpretación musical y después de los consabidos mensajes comerciales, toca el turno al “conductor” del programa a quien lo identifican con el apodo de “zorro” y recibe una llamada telefónica de una jovencita a quien le pregunta su nombre y su edad (no sé cómo se puede comprobar la edad de una persona que habla por teléfono. Bueno, pero eso es otra historia), que si es soltera, casada, viuda o divorciada, seguido de lo cual se queda uno (al menos yo) estupefacto, ya que da comienzo una sesión de preguntas sobre con quién, cómo, dónde, a qué horas y cada cuándo tiene relaciones sexuales, entre otras cosas, a lo cual la jovencita, sin ningún recato y con lujo de detalles responde a todo lo que se le pregunta, como si estuvieran haciendo una llamada a una “hot line”, con la diferencia de que en esas líneas únicamente escucha quien hace y paga la llamada y por radio lo puede escuchar cualquier persona, ya sea adulto, niño, niña, jovencita o quien sea, únicamente basta con sintonizar el programa en esa Difusora.
Al día siguiente vuelvo a seleccionar la misma Estación de Radio y compruebo que se trata de un programa, mal llamado “la hora de los enamorados” (hágame usted el favor), el cual conduce el “zorro” y la mecánica de dicho programa es que llame cualquier persona, hombre o mujer, eso sí, que sea mayor de edad y enseguida el “conductor” empieza con las mismas preguntas, que rayan en lo vulgar tanto por su contenido como por el tono de voz que le dan a las preguntas, el cual no puedo describir en estas líneas.
Qué opinarían los Señores Don Armando Navarro Gazcón o Don Alonso Gómez Uranga (q.e.p.d.) del uso que ahora se le da a la profesión que ellos tan digna y profesionalmente desempeñaron, con su gran elocuencia, timbre de voz, personalidad y tanto conocimiento y dominio del medio.
No es que peque de puritano y mojigato, ya que cualquier persona adulta sabe y conoce sobre el tema del programa o al menos lo comprende, lo que considero es que hay formas y horarios para este tipo de programas.
Ahora hay que imaginar qué valores morales tienen las personas que se comunican a ese programa, que proporcionan su nombre y su apodo y comentan todo lo que hacen con sus parejas o amigos ocasionales, en lo referente al sexo. Por lo general en lo que respecta a las mujeres, cuando les preguntan si tienen marido contestan que no, pero que tienen un amante y uno o varios hijos. Qué valores morales le van a inculcar a esos niños, qué educación van a recibir, y no me refiero a educación académica.
¿En qué sociedad vivimos? ya que mientras unos medios y autoridades promueven y patrocinan campañas para un México mejor, otros se dedican a fomentar el descaro, la sinvergüenzada, el uso incorrecto de nuestro idioma y las leperadas.
Desconozco el medio radiofónico, pero creo que debería haber censura en la programación, aún cuando vivimos en un País donde existe la libertad de expresión.
Una cosa es Juan Domínguez y otra no... pongo el nombre de la Difusora para que no se “calienten”.
(Carta resumida)
Torreón, Coahuila.
Ricardo Garcáa Padilla,
