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Réplica al artículo: ‘Regidores tras el botín’

Las generalizaciones siempre entrañan grave peligro, como el de caer en el abuso de las palabras al ignorar que a toda regla corresponde siempre una excepción y asirse de poca prudencia.

Una pluma debe regirse fundamentalmente por la que tal vez, sea la más sagrada directiva del quehacer periodístico contenida en la máxima “no publicarás como periodista lo que como hombre no puedas sostener”.

Es mi interés primero observar con preocupación el uso de la palabra botín.

El autor Luis Guillermo Hernández Aranda titula su columna en referencia al pasado inmediato con afirmaciones que no puedo discutir pues no podría probar que los regidores se esforzaban o no al máximo por cumplir y denunciar irregularidades del partido en el poder (creo que habla del PRI) y excesos y dispendios que escribe: “eran señalados con valentía y argumentos”. Explica que esto se daba porque los partidos no podían perder la confianza por la cual se sufría alcanzar. Todo esto afirma que ya no es así, yo insisto en no poder decir lo mismo.

Sin ofrecer cifras que puedan avalar la labor profesional alguna o evaluación oficial o encuesta o algo más que una simple opinión personal, señala que la mayoría de los regidores en todos los municipios han caído en las trampas de corrupción que antes denunciaban y con ello particularmente discrepo, ya que no sé si el redactor ha sido alguna vez regidor de algún ayuntamiento como para ser calificado en el tema, y no dejar su opinión como tal, un juicio que se puede emitir con buena información, deficiente información, buena intención o mala intención, pero no es el límite.

Cuestionar el ingreso de los servidores públicos siempre ha sido un tema socorrido y estoy de acuerdo en que hay excesos terribles en la historia pasada y reciente, como lo probado en torno al tristemente célebre “Negro” Durazo, la familia Salinas y el exdirector de Pemex Rogelio Montemayor, el “Gober Precioso” y muchos asuntos de este tipo que exigen replantear la función pública, sus límites y sus posibilidades de utilidad.

Precisamente por ofrecer al ciudadano gomezpalatino la transparencia y honestidad que merece del servidor público, en lo particular para ir a un proceso interno que me exigió tres días, solicité licencia de separación provisional de mi cargo de regidora del Ayuntamiento y tras agotadas mis actividades de partido regresé a mis funciones, pero ¿por qué no preguntó primero?

Reciban los involucrados en el quehacer periodístico mi admiración en estos tiempos en los que el respeto a la libre expresión pareciera estar a merced de situaciones de peligro antes impensables.

Carta resumida.

Regidora panista de Gómez Palacio, Durango,

María del Carmen Ávalos Uranga

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