‘Perversa reforma fiscal’
Haciendo lectura del reporte semanal del Gobierno Federal, aclamó mi atención un título en particular: “Por qué no es pertinente una reducción impositiva en estos momentos”, el cual proviene de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Pareciera ser un tema sumamente convincente, con todo respeto al lector común pues suena lógico su argumento “mantener unas finanzas públicas sanas”, lo cual es una balanza sin déficit en el gasto público o al menos reducir ese monto. Y todo esto debido a la contracción del precio de la mezcla mexicana de petróleo y a su vez la disminución de los ingresos petroleros y la crisis mundial.
Menciona dicho reporte que “la política fiscal en los últimos cuatro años y en especial en 2010 –luego de la crisis internacional–, se ha enfocado en el fortalecimiento de las finanzas públicas a través de reformas que permitan tener fuentes de ingreso más sanas, ampliar la base gravable y el universo de contribuyentes que aportan recursos de manera proporcional y equitativa al financiamiento del gasto público.”
Sin embargo, en el mes de julio los ingresos petroleros se contrajeron un 21.4% a 63,877 mp. Por tanto, excluyendo los ingresos petroleros, el déficit del mes fue de 113,783 mp. Para el período de enero a julio, el déficit sin ingresos petroleros fue de 668,237 mp comparado con 618,423 mp hace un año. El saldo de la deuda interna neta del sector público federal aumentó en 144,900 millones de pesos y el saldo de la deuda externa neta en 5,900 mp respecto al cierre de 2009.
De qué nos sirve entonces la reforma fiscal implementada por el Gobierno Federal en el 2010 de aumentar a 16% el IVA y a 30% el ISR, sin olvidar el IETU del 17.5%, que para mí sería más fácil decir “ahora tendremos una tasa de 47.5% y no de 30%”. Pero es más elegante y persuasivo el IETU.
Ello obliga a una remembranza de los padres de la economía clásica y neoclásica, como lo es Adam Smith, quien subraya el papel del consumo sobre el de la producción. Él confiaba en que era posible aumentar el nivel general de vida del conjunto de la comunidad y, defendía de manera esencial, el permitir que los individuos intentaran alcanzar su propio bienestar como medio para aumentar la prosperidad de toda la sociedad.
Los pensadores neoclásicos preferían que operaran los mercados libremente compitiendo entre ellos sin la intervención del Gobierno. A los neoclásicos no les preocupaba la causa de la riqueza sino la desigual distribución de ésta; de los ingresos se debe en gran medida a los distintos grados de inteligencia, talento, energía y ambición de las personas. Por lo tanto, el éxito de cada individuo depende de sus características individuales. Keynes con una ilustrativa teoría de la tina de baño, nos mencionaba que la única manera de incrementar los ingresos era teniendo otra fuente de ingresos (inversión extranjera o privada), y no sólo las finanzas públicas, ya que estas últimas caían en un estado cíclico de ingreso y egreso.
Por lo tanto, ¿cómo podemos tener un crecimiento y un desarrollo económico si la política fiscal emitida por el Gobierno Federal, en su pleno juicio, está afanada a llevar unas finanzas públicas sanas, a costa de los individuos que formamos parte de la sociedad mexicana?
Torreón, Coahuila.
Carlos Antonio Omaña Lavenant,