Perverso sistema
Con la aprobación de la ley para inhibir secuestros con penas hasta de 60 años los diputados se regocijan como si hubieran logrado una gran hazaña; esta verdaderamente es una ley demagógica porque manda una señal que la sociedad está ansiosa de escuchar de que a los legisladores verdaderamente les preocupa y les ocupa este azote social.
Pero como casi todo su trabajo legislativo carce de sustento sólido, porque los señores diputados raramente hacen trabajo de campo o se nutren de números duros o de estudios serios sobre la problemática que los ocupa, ya que normalmente se rigen por los vientos políticos dirigidos por su partido.
Para ejemplo este grotesco botón: toda la nación fuimos testigo de la mentalidad y personalidad del famoso “Mochaorejas”, este torvo sujeto de insignificante presencia, representa el interesante caso clínico del tortuoso perfil mental de estos sujetos, pues no lo movía ni el dinero ni la muerte, menos la cadena perpetua o lo que se le asemeje.
Esta es la personalidad que resume el pensamiento de estos delincuentes; además los mexicanos sabemos que lo de menos es las penas, lo terrible y sombrío del problema es la impunidad, porque los números indican que de cada cien secuestros, cuarenta son los que se denuncian y de éstos, tres son los que se logra atrapar a los malos.
Así pues señores legisladores su algarabía por estos abultadas penas en muy poco o en nada abatirán el problema; parece increíble que los señores delincuentes manejen con más habilidad la probabilidad y estadística de no acabar encarcelados, que los ilustres y eminentes quinientos legisladores, pero lo todavía más lamentable es lo perverso del sistema al absorber la energía, el coraje e impotencia, pero a su vez valentía de personas como la señora Wallace y el Sr. Martí, personas que además de pudientes, son valientes patriotas que exigieron y enfrentaron al sistema.
Hace dos años todos los máximos jerarcas de la función pública escucharon las expresiones de dolor e impotencia del señor Martí y absolutamente todos pusieron cara de compungidos al borde del llanto y aplaudieron con emoción y prometieron que a la vuelta de un año harían cambios sustanciales al sistema y además atraparían a los victimarios del niño Martí y ahora a dos años de distancia no ha sucedido ni una cosa ni la otra, pero para calmar la valerosa enjundia del empresario y de la señora Wallace, les dieron tribuna y los quinientos señores feudales de la cámara baja repitieron los mismos rictus de dolor de hace dos años y remataron el show con estas abultadas penas, cuando lo que se requiere es penalizar con rigor la corrupción en funcionarios o policías o ministerios públicos; o para los funcionarios ineptos o legisladores que no realicen su trabajo con más sensibilidad social porque mientras ello no se dé, seguiremos girando alrededor de un perverso sistema.
Y recibiendo más de lo mismo, y de no ser así, que en un año se mida la estadística y veremos que este júbilo no le sirvió de nada a la nación.
Arturo P. Salas Juárez,