Concentración de inversiones privadas en Saltillo y R. Arizpe
Durante los últimos días, he venido dándole seguimiento a las notas y reportajes en los que ustedes nos han informado sobre la abismal disparidad que existe entre La Laguna y la región Sureste en materia de atracción, o mejor dicho, de concentración de inversiones productivas. Al respecto, es que quisiera compartirles algunas reflexiones en torno a este tema y a las implicaciones y consecuencias de la política de fomento económico que la actual Administración Estatal decidió privilegiar:
Sin la llegada de nuevas inversiones productivas a La Laguna, no será posible reactivar los ejes, engranes y mecanismos que permiten la incorporación masiva de personas a la economía formal, la movilidad social resultante, la mejoría generalizada en los niveles de bienestar económico de la población y el abatimiento de los altos índices de inseguridad pública que nos aquejan. Asimismo, sin el arribo de nuevas empresas manufactureras de clase mundial, sin la subsecuente integración de proveedores locales y sin el surgimiento de nuevos sectores industriales que sustituyan a los ahora agonizantes, no habrá un horizonte de desarrollo posible para los ingenieros y diseñadores industriales que egresan de nuestras universidades; y sin ellos, sin su conocimiento especializado y sin una vinculación real y efectiva entre las universidades y las empresas locales que capitalice este mismo conocimiento, se estará cancelando por completo la posibilidad de que esta región despegue en los campos de la investigación, el desarrollo y la innovación tecnológica y productiva.
El futuro de la Comarca Lagunera esta seriamente comprometido. Nuestra insípida vinculación entre universidad y empresa corre el riesgo de ser condenada al simbolismo y al estancamiento. La brecha económica, industrial y tecnológica que se esta abriendo entre Torreón y Saltillo, muy difícilmente podrá ser acortada. Sin la Voluntad Política de nuestro lado, los consejos e institutos que fomentan la competitividad de esta región, pueden terminar por convertirse (consciente o inconscientemente), más que en instrumentos de promoción, en instrumentos de simulación.
A excepción de ciertas empresas emblemáticas, la gran mayoría de los productores locales han visto como se cercenan los vínculos comerciales que esta región mantuvo con el mercado nacional e internacional, prácticamente desde sus orígenes. La Laguna, la comarca que nació globalizada, lucha hoy por su supervivencia, y se transforma, cada día más, en una economía de servicios para el mercado local.
Mientras que México se colombiza, Torreón, además se cuencamiza. El auge del cluster gordero, de los salones de masaje y de la industria del New Age son sintomáticos de los verdaderos niveles de depresión anímica y económica a los que ha descendido esta parte de la geografía coahuilense. Son también, la mejor evidencia de que los ejes, engranes y mecanismos que mencioné anteriormente han sido desmantelados, y que dicho desmantelamiento, es el causante de la acelerada disolución de nuestro tejido social y del proceso de nivelación y achatamiento socio-económico experimentado por su población.
Las condiciones locales, nacionales e internacionales que favorecieron el surgimiento de fuertes liderazgos han sido radicalmente alteradas. Nos hemos quedado sin contrapesos, sin márgenes de maniobra y con escasas herramientas para reconstruirlos. Nos encontramos en un estado de orfandad y dependencia.
Torreón Coahuila, México.
Julián Mejía Berdeja,
