Navidad, la fiesta del amor, ¿también para los animales?
Estamos ante las puertas de las fiestas navideñas. Poco a poco nuestro entorno se transforma de forma entrañable: Luces de colores, abetos, guirnaldas, villancicos, regalos, nuestros mejores deseos para un mundo mejor, sin olvidarnos de las opulentas mesas llenas de los más exquisitos manjares.
Es como un lento, pero seguro calentar los motores, en este caso mejor dicho de hornos y fogones, hacia la gran cuenta atrás en las cocinas de muchos hogares. Movidos como por un resorte invisible comienza el gran despliegue: Gambas, langostas, corderos lechales, jamones, foie-gras, codornices, conejos, salmones, bacalaos, pollos, terneros y un largo e interminable etcétera. Tanto que uno de pronto se pregunta: ¿qué es lo que se celebra en Navidad? ¿Un concurso para ver quién es capaz de cocinar o de comer más especies de animales? Pues no. Las Navidades son unas festividades cristianas en las que se conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret.
Es increíble que el nacimiento del maestro del pacifismo se celebre con la matanza más grande del año. Es desconcertante que a quien en su nacimiento le fueron cerradas las puertas de todos los hogares, a quien los únicos que le acogieron ofreciéndole refugio y calor fueron los animales: vacas, bueyes, terneros, corderos... se Le celebre matando a los descendientes de sus benefactores. ¡Jesús vino a este mundo para ayudar a las personas, pero también a los animales!
En las granjas de ganadería intensiva de todo el mundo malviven el doble de animales que habitantes tiene este planeta. Los animales y la naturaleza en general, no son respetados en nuestra sociedad. Han sido degradados a simples factores de producción, sin dignidad ni derechos, habiendo sido convertidos en un mero objeto de consumo para muchas personas. Los hombres se han convertido en caníbales de animales. La aberración del canibalismo de animales no tiene límites. El caníbal hombre cría millones y millones de animales y día tras día los hace llevar a los mataderos para que sean sacrificados de una manera cruel, para luego consumir su carne, naturalmente sabrosamente preparada.
Justamente la fiesta de la Navidad, el nacimiento del gran Espíritu en el niño Jesús, debería ser un símbolo para nosotros, pues Él nació entre animales. Ellos le acogieron, no las personas. ¡Acojamos a los animales en nuestro corazón! Dejemos vivir al mundo animal y sentiremos lo que significa la Navidad: La gran fiesta de la Luz. La gran fiesta de la unidad. Entonces encenderemos las velas, miraremos la luz y nos preguntaremos “¿qué quiere Dios?”. Él quiere que cumplamos las legitimidades de la vida y encontremos el camino hacia la vida, que son los Mandamientos de Dios, las enseñanzas de Jesús, el Cristo. Así se engrandece el corazón – también para la Madre Tierra con todas sus muchas formas de vida, para las plantas y para los animales.
¡Esta Navidad no coma animales!, ellos son nuestros hermanos menores. Dejémosles vivir pues ellos llevan en sí la respiración que proviene de Dios al igual que la de los hombres. No cometan maldades, destruyendo una parte de su vida interna, matando y comiendo animales. Dios nos ha dado a las personas la naturaleza y los animales para que volvamos a encontrar la unidad, pues todo lo que Dios visualizó y creó, nos es dado desde la gran unidad del amor para que volvamos a encontrar la unidad.
María y José no mataron a ningún animal para festejar el nacimiento de Jesús. Permite que un animal te mire a los ojos y entenderás qué te quiere decir. Respiremos con ellos para que entre claridad a este mundo y entonces habrá Paz.
Maximiliano Corradi.