¿Tráfico de cera?
En la noche del 23 al 24 de diciembre, desapareció un millar de veladoras votivas en honor de Marisela Escobedo, asesinada a las puertas del palacio de gobierno.
Quienes lucharon a su lado en su momento, habían comenzado a colocar estos símbolos alrededor del inmueble donde despacha Duarte, gobernador de Chihuahua. Y el resto de la ciudadanía había hecho suya esta forma de manifestar su duelo, su disgusto y su hartazgo, a tal grado que en pocos días ya se había rebasado la meta autoimpuesta de mil llamas de protesta y de dolor.
Las versiones son dos: que las mandó quitar el gobierno “por motivos de seguridad” (sic), esa “seguridad” que garantizó la vida de Marisela, no pudo con los sicarios, pero sí con las veladoras. La otra es que se las robaron traficantes de vasos y cera, en esa guerra entre dos bandos opuestos que dice el gobierno que hay.
En cualquier caso, el gobierno es responsable, tiene cámaras en todo ese perímetro y fácilmente puede saber quién se atiza con humo de cera y pabilo.
Por ello ésta 23ª Kaminata contra la Muerte que ahora ves, lleva veladoras, vamos rumbo a palacio a reponer parte de las que nos robaron a todos los chihuahuenses.
Salimos de las calles 20 de Noviembre e Independencia y el próximo sábado primero de enero de 2011 lo volveremos a hacer, queremos que te nos unas, son a las 4 de la tarde.
Por lo pronto, acciona tu claxon en señal de apoyo a esta protesta.
¡Chihuahua no es cuartel, fuera ejército de él!
Chihuahua, Chihuahua.
Luis K’Fong,
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Vecino incómodo
Una mañana acudí a tomar café a un establecimiento en la octava avenida en Manhattan, Nueva York, muy cercano a mi hotel, cuyas vitrinas -al estilo neoyorkino- están orientadas al disfrute del bullicioso tráfico automovilístico y de las oleadas humanas de transeúntes que se desplazan por las banquetas de la espectacular ciudad.
Al observar el singular espectáculo callejero, me percaté que en la acera de enfrente se desarrollaba una conversación, en apariencia amistosa, entre un policía de la ciudad y un fornido hombre afroamericano de mal aspecto, de unos 10 minutos de duración, que terminó al alejarse el oficial.
A los 20 minutos terminé mi bebida y crucé la avenida percatándome que el gigantesco afroamericano continuaba en el mismo punto recargado en una pared, quien para mi sorpresa, al pasar frente a él, me preguntó que si quería drogas, informándome que tenía de todo. Respondiéndole que no, alejándome de inmediato un poco temeroso.
Este tipo de hechos invitan a pensar en la obviedad de actos de corrupción, contubernios y cohechos de autoridades norteamericanas con el narcotráfico, percepción que se intensifica ante la incipiente o nula captura en ese país de importantes capos norteamericanos, corroborándose a todas luces la multicitada frase que en este combate, “los muertos los pone México” y yo agregaría que la mayoría de los prisioneros también, al igual que la debacle financiera y económica derivada de la inseguridad y de los múltiples eventos de violencia cotidianos en nuestro vapuleado país.
Cuernavaca, Morelos.
Francisco Benavides Beyer,