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FRANCISCO LUIS URQUIZO Y EL SOLDADO LAGUNERO DESCONOCIDO

POR ALBERTO GONZÁLEZ DOMENE

El General FRANCISCO LUIS URQUIZO nació en San Pedro de las Colonias, Coahuila, cuna de la Revolución Mexicana. Gracias al surgimiento del movimiento armado, encabezado por Don Francisco IgnacioMadero en 1910, y a su propio talento como persona, escaló la más alta cima de la milicia nacional y de la literatura mexicana del Siglo XX. En 1911, se alistó a las órdenes del Gral. Emilio Madero, también lagunero, de Parras, residente en San Pedro, persiguiendo los mismos ideales revolucionarios que muchos otros de sus coterráneos perseguían. Participó activamente en los ataques a su ciudad natal, en la Decena Trágica y en las tomas de Torreón y Monterrey. Posteriormente, combatió en Apizaco, Rinconada, Aljibes y, finalmente, le fue leal a Carranza en la tragedia de Tlaxcalantongo.

Recibió el grado de General de Brigada en 1916 y fundó la Academia de Estado Mayor, germen del actual heroico Colegio Militar llegando a ser Secretario de Guerra y Marina en 1920.

Como Secretario de la Defensa Nacional repitió en el cargo en 1945 y 1946. Sus méritos como militar son innegables, por eso recibió del Senado de la República la Medalla Belisario Domínguez y del propio Gobierno Mexicano, la Legión de Honor. Por su brillante trayectoria, descansa hoy en paz en la Rotonda de las Personas Ilustres de la Ciudad de México.

El Gral. FRANCISCO LUIS URQUIZO también descolló en el campo de la literatura revolucionaria destacando como escritor vivaz y ameno. Por sus descripciones auténticas y vigorosas en “Memorias de Campaña”, “Tropa Vieja”, “¡Viva Madero!”, “Fui Soldado de Levita…” y una docena de obras más, brilló al lado de Mariano Azuela, Mauricio Magdaleno, Martín Luis Guzmán y José Vasconcelos. Hoy, pensando en sus compañeros de lucha, comarcanos muchos de ellos, que cayeron en el campo de batalla sin tener su suerte ni sus méritos, sé que al General Urquizo le agradaría también honrarlos y homenajear a aquel soldado desconocido y lagunero que, a pesar de ofrendar su vida en el paredón o el campo de batalla, ha permanecido en el olvido sin algún reconocimiento.

Cientos de miles de mexicanos perecieron en la lucha; entre ellos, muchos laguneros.

Sólo en la segunda toma de Torreón, en abril de 1914, quedaron sembrados en el Cerro de la Pila de Gómez Palacio, en una sola noche, más de seis mil cadáveres. En otras batallas, soldados de la Comarca perdieron la vida persiguiendo un ideal agrario; también ellos fueron hombres valientes que lucharon bravamente con la esperanza de poseer un pedazo de tierra que les permitiera, mantener honrada y decorosamente a su familia. Hoy, permanecen en el anonimato. Algunos quizá hayan sido reconocidos en la voz de los corridos del pueblo; básteme citar al “León de La Laguna”, Benjamín Argumedo Hernández, originario de Matamoros, que peleó siguiendo aMadero, a Orozco y a Zapata y murió fusilado estando enfermo sin conseguir los ideales del “Plan de Ayala”. Sepultado en el panteón de Durango, el pueblo le cantó esta gran verdad: “…Tanto pelear y pelear, tanto pelear y pelear, con el “máuser” en la mano, para venir a quedar, para venir a quedar en el panteón de Durango…”.

Como él a muchos otros laguneros que, sin mayor retribución, cultivaron los campos de algodón y cayeron sin ver realizado su sueño, y sin ser conocidos ni reconocidos por alguien, les debemos reconocimiento y, hoy, al lado del Gral.

Urquizo, les hago un sencillo homenaje dedicándoles siete estrofas de un nuevo corrido:

Al soldado lagunero desconocido: “Sol colorado de cobre, que sales por el oriente y que iluminas al pobre con rayos resplandecientes: por un momento ¡detente! al paso del calor, en horas de “la calienta”, cuando tu disco revienta; ¡no hagas llorar de sudores el lomo del pizcador! Los peones en las labores le llamaban “Mayoral” porque tenía la mirada, serena, de águila real, y por seguir a Don PanchoMadero en su convicción, que los llamaba a la guerra para pelear por la tierra contra las tiendas de raya de San Pedro o de Torreón. Le decían “elMayoral” porque era apuesto y valiente y se le subía la sangre viendo sufrir a la gente.

Era amigo de los peones en la cansada labor, por eso lo secundaron cuando siguiendo aMadero bajo los rayos del Sol, en armas, se levantó. “Pelones” con carabina iban lanzando este grito: ¿dónde anda ese “Mayoral” que dicen que es muy maldito! Los labriegos les decían: “Pos otra vez se les fue, iba “fajao” de pistola pa’l rumbo del “Cerro Bola”, si no lo encuentran en Parras, lo encuentran en Cuencamé…”. El 22 de Noviembre juntó a dos mil campesinos que se fueron a “la bola” por diferentes caminos; leal y firme en el combate muchas batallas ganó..

Cayó montado en la “silla” siguiendo a Francisco Villa y solamente el caballo relinchando lo lloró. Voy a dejar mis espuelas colgadas de un pinabete, de un eucalipto, el revólver, y de un huizache mi fuete por si regreso algún día, y, antes del amanecer, una mañana de mayo vuelvo a ensillar mi caballo y me voy por los canales los ranchos a recorrer..

Este soldado valiente y lagunero de entraña, fue muy querido en su tierra y respetado en la extraña. Ni en San Pedro conocieron su muerte triste y fatal, pero hoy cabalga sin duelo sobre las nubes del cielo viendo brotar las primicias de otro inmenso algodonal…”.

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