Estados Unidos está en plena campaña política y pareciera que también México a decir de las declaraciones recientes de funcionarios de ambos países.
Todavía no se conocían los detalles del decomiso histórico de marihuana en Tijuana, cuando en San Diego la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, declaró a los cuatro vientos que gracias a las acciones del Gobierno de Barack Obama la frontera se encuentra "más segura que nunca".
Poco le importó a la señora Napolitano que hayan muerto cerca de 200 migrantes en la frontera de Arizona ni que áreas de su desierto sean tierra de nadie en donde no entra ni la Patrulla Fronteriza y menos que los estados del norte de México vivan la peor escalada de violencia en el último siglo.
A diez días de los comicios en Estados Unidos resulta lógico escuchar este tipo de declaraciones triunfalistas porque sabemos que a final de cuentas los temas de la frontera y la inmigración serán cruciales entre los votantes el próximo martes dos de noviembre.
Lo cuestionable es que se magnifiquen resultados para manipular a la opinión pública por motivos electorales cuando sabemos que la franja fronteriza vive entre tensiones, violencia e inseguridad.
La titular de Seguridad Interna ofreció cifras impresionantes como el decomiso de 6,800 armas, siete millones de libras de droga y 282 millones de dólares de procedencia legal, no obstante evadió preguntas sobre temas incómodos para el Gobierno norteamericano como la muerte de Anastasio Hernández, la creciente actividad del narco, amén del disparo en el consumo de drogas.
Prueba de ello fue la gigantesca incautación de 134 toneladas de cannabis índica distribuida en quince mil paquetes que estaban listos para ser cruzados de Tijuana hacia los Estados Unidos a través de distintos sistemas que seguramente incluyen el paso por narcotúneles y por rutas arregladas por los cárteles de ambos países.
México semejó estar en campaña a decir de las declaraciones de funcionarios federales quienes echaron las campanas a vuelo por el magno decomiso en donde destacaron la coordinación de las instancias de Gobierno para asestar este sonoro golpe en contra del crimen organizado.
No obstante la primera pregunta que sale al aire es ¿por qué la droga no fue detectada antes de llegar a Tijuana? Asimismo las 134 toneladas de marihuana, supuestamente del cártel de Sinaloa, evidencian que el negocio del narcotráfico sigue en apogeo a pesar de las voces que dicen lo contrario y prueba de ello es que el cargamento sería vendido en el mercado negro a un valor superior a los 300 millones de dólares.
¿Acaso la señora Napolitano no habrá advertido que la fresca y bien empaquetada droga cruzaría por la frontera "más segura que nunca" en cuestión de días y en semanas estaría siendo distribuida a lo largo y ancho de la Unión Americana?
Evidentemente es mucho mejor que la droga esté a buen recaudo y sea incinerada, pero ya es tiempo que las autoridades de ambos países dejen de jugar a la política y tomen el toro por los cuernos en ambos lados de la frontera.
A Estados Unidos le corresponde poner freno a la venta de armas, al consumo y compra de drogas así como arreglar su sistema de inmigración de manera que se ordene la entrada de trabajadores y se legalice a los millones de indocumentados que ya están en el vecino país.
A México le toca desmembrar a los cárteles de la droga, desactivar el "lavado de dinero" y poner un hasta aquí al tráfico de migrantes en donde autoridades y "polleros" realizan su gran negocio.
De otra manera la frontera México-Estados Unidos irá de mal en peor a pesar de lo que diga la señora Napolitano en vísperas de las elecciones que por cierto pondrán en riesgo las aspiraciones reeleccionistas del presidente Barack Obama.
¿Quién está dispuesto a dar el primer paso?
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