"Si mi familia se hubiera quedado a vivir en México, hoy estaría sirviendo esta cena."
Antonio Villarraigosa, Alcalde de Los Ángeles
Desde hace décadas México ha sido un expulsor neto de población. Antes perdíamos sólo a los más atrevidos y laboriosos entre los campesinos y los trabajadores menos calificados; ahora, a técnicos de nivel medio, universitarios, especialistas, investigadores y empresarios y sus familias. El costo para el país es enorme.
Si en el año 2000 ya 411 mil mexicanos con nivel técnico o superior vivían en el exterior, esta cifra ha aumentado a un millón 39 mil en 2010, según el subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán. Uno de cada 10 técnicos superiores o licenciados y uno de cada cinco doctores mexicanos viven en Estados Unidos. La mitad se formaron en México.
La inseguridad es el nuevo factor que impulsa la migración de mexicanos con instrucción. Se trata de profesionales o empresarios que han sido víctimas de secuestros u otros actos de violencia o que simplemente no quieren que sus hijos crezcan en un país de constantes peligros.
Desde hace décadas se han quedado también en el extranjero mexicanos que estudian maestrías o doctorados. Lo hacen tanto para escapar de la violencia como para aprovechar los mejores empleos y oportunidades de investigación en otros países. Según el portal Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo un ingeniero civil o de construcción gana en México 7,600 pesos entre los 20 y los 26 años, esto es, al salir de la escuela. El ingreso promedio de los ingenieros sin contar la edad alcanza los 12,194 pesos al mes. A muchos les convendría más conducir un taxi.
En Estados Unidos, según el Bureau of Labor Statistics, un ingeniero civil obtiene al graduarse 52,048 dólares al año que equivalen, a una tasa de cambio de 12.50 por dólar, a 54,212 pesos al mes. Con el paso del tiempo los ingenieros civiles llegan a tener un sueldo medio de 76 mil dólares al año. Los ingenieros petroleros obtienen al graduarse 83,121 dólares anuales y con el tiempo alcanzan un ingreso medio de 108,020 dólares.
El dinero no es la única razón por la que muchos mexicanos se quedan en Estados Unidos u otros países al concluir sus maestrías o doctorados. A pesar de que las universidades mexicanas se precian de su alto nivel académico, éste palidece frente al de las instituciones internacionales. Para un joven científico con deseos de distinguirse en la investigación, una universidad extranjera suele ofrecer mejores opciones. Un Mario Molina puede darse el lujo de regresar a México, pero sólo porque ya construyó su prestigio en el extranjero.
Es inevitable que los jóvenes con preparación, los más globalizados, busquen oportunidades internacionales. En el pasado, sin embargo, México se fortaleció al recibir a muchos profesionales de otros países que arribaban como refugiados o simplemente por el clima y el ambiente intelectual de nuestro país. Los inmigrantes españoles, judíos, estadounidenses, argentinos, chilenos y cubanos llegaron en oleadas y aportaron mucho a nuestro México. La inyección de talento que representaban compensó la salida de los nacionales. El problema es que nuestra restrictiva ley migratoria pone enormes obstáculos a los extranjeros que quieren radicar en nuestro país.
México está perdiendo talento. Para combatir la sangría es indispensable ofrecer mejores oportunidades y una mayor seguridad. Pero también podemos abrir las puertas a los profesionales e investigadores de otras naciones. Los países que han dado la bienvenida a los inmigrantes de talento, como Estados Unidos y Canadá, se han beneficiado ampliamente.
Leticia Lugo aclara en un correo que Sebastián Piñera, el presidente de Chile, interrumpió un viaje a Colombia para acudir a la mina San José de Compiapó tres días después del accidente y que acudió después varias veces a lo largo de las semanas. Es incorrecta la información en mi columna de que sólo había llegado para el rescate final.
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