"Los precios son el regulador
Natural de un mercado."
Principio económico
Este pasado fin de semana aumentaron, por octava ocasión en el año, los precios de la gasolina en México. La Magna se colocó en 8.84 pesos por litro; la Premium, en 9.94.
La Magna sigue siendo más barata que la gasolina regular en Estados Unidos cuyo precio promedio era el 9 de agosto, según la Energy Information Administration, de 2.783 dólares por galón. Esto equivale a 9.44 pesos por litro al tipo de cambio de 12.84 pesos por dólar que el viernes 13 de agosto cotizaba Banamex.
El precio promedio de la gasolina equivalente a la Premium en Estados Unidos el 9 de agosto era de 3.016 dólares por galón. Esto es 10.23 pesos por litro a la tasa de cambio del viernes. Pese a lo que se ha publicado, esta gasolina, que México importa en buena medida de Estados Unidos, es todavía más barata en nuestro país.
Cada vez que se publican cifras comparativas de los precios de gasolina de México y Estados Unidos salen a relucir voces airadas que afirman que ésta es una comparación inapropiada. Debido a que el ingreso promedio de los mexicanos es, digamos, seis veces inferior al de los estadounidenses, el precio correcto de la gasolina en México debería ser, según estas personas, seis veces inferior al de Estados Unidos. De esta manera el litro de la gasolina se vendería en México a menos de 1.50 pesos por litro. Con estos razonamientos, sin embargo, se puede destruir la economía de un país.
Quienes exigen que se baje de forma radical el precio de la gasolina no sostienen lo mismo, por ejemplo, con una cámara, un televisor o una manzana. Entienden que hay un precio de mercado que puede variar algo de país en país o de región en región pero no manipularse de manera arbitraria. Si el precio de las cámaras, los televisores o las manzanas sube o baja de forma radical en un país o región se produce de manera natural un proceso que los economistas llaman arbitraje por medio del cual los productos fluyen al mercado más caro hasta que los precios se igualan. La intervención del Estado para impedirlo genera peores distorsiones.
En el caso del mercado mexicano de las gasolinas, dominado de manera monopólica por Pemex, es natural que se presenten distorsiones. Pero si la autoridad es inteligente buscará equilibrar los precios con los de los mercados vecinos. Después de años de sostener un subsidio al precio de la gasolina de nuestro país, que beneficiaba a los más ricos y promovía el uso contaminante de vehículos, ahora el gobierno está buscando nivelar los precios con los estadounidenses. Es una medida positiva.
El petróleo es un recurso de todos los mexicanos, no sólo de la minoría propietaria de automóviles. Utilizar los ingresos que genera para subsidiar a los automovilistas es injusto. Pemex tiene una obligación con sus accionistas, que somos todos los ciudadanos mexicanos, de sacar el mayor provecho de este recurso no renovable. Para eso debe venderlo al máximo precio posible, aunque sin sacar un provecho injusto de los consumidores por su posición monopólica de mercado.
Si el precio de las gasolinas es alto, como en la actualidad, Pemex puede utilizar los recursos para aumentar sus inversiones productivas. La paraestatal debería aprovechar la actual bonanza para invertir en producción de petróleo crudo, que es la actividad petrolera más rentable (la de gasolina no lo es) y el gobierno, como representante de los ciudadanos, debe utilizar las utilidades que le tocan para proporcionar servicios que beneficien no sólo a los automovilistas sino a toda la población mexicana.
Triste símbolo del bicentenario es la Estela de Luz, un monumento cuestionado desde un principio, cuyo precio se ha elevado de 393 a 660 millones de pesos. El monumento ha generado congestionamientos de tránsito y contaminación, y no estará listo sino hasta un año después del bicentenario. Mejor reconocer la derrota, suspender la construcción y dejar el sitio como estaba.
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