Represión. Soldados tailandeses registran el campamento abandonado de los 'Camisas Rojas' en Bangkok. EFE
El Gobierno tailandés dijo ayer que sofocó en su mayor parte las protestas violentas que sacudieron la capital durante 10 semanas, mientras los soldados barrían los últimos reductos de resistencia entre los edificios humeantes del centro.
Los residentes de la zona intentaban volver a la normalidad, aunque el toque de queda se mantendría por tres días más en Bangkok y otras 23 provincias.
Los soldados intercambiaban disparos con grupos de la oposición en algunos sectores, luego de la operación militar que el miércoles dejó 15 muertos y 96 heridos al despejar la mayor parte del campamento disidente.
Una unidad especial de la policía expulsó a más de mil personas de un templo budista dentro de la zona de protesta, muchas de ellas mujeres y niños. Se encontraron allí seis cadáveres.
Aunque el abad del templo autorizó el operativo, muchas de las mujeres temían que serían encarceladas o sufrirían abusos de la policía. Algunas lloraban y se aferraban a sus compañeras, pero otras seguían desafiantes.
"Ganamos. Ganamos. Los Camisas Rojas se alzarán de nuevo", gritó una de ellas.
Tres líderes del movimiento Camisas Rojas se entregaron ayer, luego que el día anterior cinco de ellos se habían rendido y fueron llevados a un campo militar al Sur de Bangkok para ser interrogados.
"Quisiera pedir a todas las partes que se calmen y dialoguen entre sí de manera pacífica", dijo uno de ellos, Veera Musikapong, el jueves tras ser detenido. "No podemos crear democracia con furia".
Desde que los Camisas Rojas comenzaron sus protestas a mediados de marzo, al menos 83 personas murieron, la mayoría civiles y unas mil 800 resultaron heridas.
