El presidente de México ha declarado que somos el país más "gordito" del mundo, algo que le preocupó enormemente, más cuando vio las cifras que costaría al sistema de seguridad social y la predicción de incapacidad para atenderlos.
José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Salud, informó que de continuar estas tendencias de incremento en obesidad, para el año 2015, la enfermedad puede representar una carga financiera superior a los cien mil millones de pesos.
Significa que, en situación de crisis económica, tenemos que gastar más para comer mal y enfermarnos, luego pagar para curarnos.
Desafortunadamente, contamos con genética favorecedora de la obesidad; los genes "ENPP1", que hacen se cumpla aquella queja de: "nos engorda hasta el agua"; sume nuestro gusto por los alimentos ricos en grasas, insuficientes en proteínas y bajos en vitaminas, llevándonos a situaciones de "predisposición" para enfermedades metabólicas, tales como: azúcar en la sangre -diabetes mellitus-;colesterol alto -hipercolesteronemia-; lípidos elevados en sangre -hiperlipidemia-; elevación de la presión arterial -hipertensión sistémica-; y, consecuentemente enfermedades varias del corazón -cardiopatías adquiridas- como: infartos, anginas de pecho, corazón crecido -cardiomegalia- e insuficiencia cardíaca.
Piense que todas estas enfermedades y otras, como los problemas de columna vertebral y articulaciones, se desencadenan por estar gorditos.
No se olvide de las patologías psicológicas, que si bien es cierto existe la creencia de "los gorditos simpáticos", igual se sabe de la autoestima baja y pérdida de motivación para la vida, observadas más frecuentemente en los que padecen obesidad.
Habrá que considerar las obesidades por causas externas -exógenas- y otras que se presentan como consecuencia de desequilibrio hormonal, -endócrinas- que son las menos.
También tenemos que incluir en el problema de salud pública e individual, la pésima costumbre alimentaria que cargamos los mexicanos como herencia cultural, promovida permanentemente con una publicidad avasalladora, que termina con todo propósito de cualquier mexicano por mantener una dieta baja en calorías. El colmo: nos "entrenan" para comer alimentos altos en grasas, estimulándonos con publicidad masiva a buscar las hamburguesas y pizzas, por mencionar dos altamente perniciosas.
Recuerde que somos conocidos por ser grandes consumidores de alimento chatarra, para lo que estamos siendo condicionados permanentemente por los productores a través de los medios de comunicación, favoreciendo la ingesta de grasas y harinas químicamente saborizadas, tentación para todos y causante de obesidad en la inmensa mayoría, quienes hemos caído en el garlito de la técnica de "desarrollar paladares", que conocen muy bien los asesores de ventas.
Vivimos en un país en donde los refrescos embotellados son más caros que la leche y éstos se consumen mucho más. Curiosamente, aún mantenemos subsidios y apoyos de tipo hacendario para sustancias como el azúcar, favoreciendo, irónicamente, al refresquero.
¿Y qué me dice de la vitamina "T"?; por lo general, consumimos de esta engordadora comida en algún momento del día: tacos, tostadas, tamales y tequila -bebida nacional- son promotores del hígado graso mexicano.
El propio Córdova Villalobos, da a conocer la cifra de gordos mexicanos: el cincuenta y dos por ciento; más hombres que mujeres, aunque se prevé un incremento estadístico en las féminas, que superarán a los varones en poco tiempo; el índice de aumento de la enfermedad es escandaloso: en 1999, afectaba a 24% de la población mayor de 20 años; para el año 2006, la proporción ya era de 30%. Y sigue creciendo día con día.
Recuerde cómo, hace algunas décadas, estar "gordito" -especialmente los bebés- era sinónimo de salud; la fotografía de la "encueradita", agarrada al osito de peluche, o sin él, siempre mostrando cachetes y lonjitas, era toma obligada para exhibirse en la casa de los padres, que luego se transformaba en vergüenza de los retratados, ya mayores.
Este hecho es evidencia de la costumbre adquirida por los mexicanos y que tiene mucho que ver con la herencia cultural ibérica, a la que se suman otras como las medio orientales, -libaneses, palestinos- donde comer y atender sobradamente a los invitados a la mesa, es cuestión de "buena" educación; yo mismo soy una víctima de esa tradición. ¿Y usted?
Hay otras realidades, también en el tema familiar, que no llevamos a la conciencia: ¿se ha dado cuenta que los gordos comúnmente tienen papás y hermanos gordos? La lógica se encuentra en la manera de preparar los alimentos y agradezca que ya no utilizamos la manteca de puerco a diario, aunque sí seguimos adicionándola a comidas tales como los tamales o los asados de puerco, porque: "si no: ¡no saben!"
Sara Sefchovich, cuenta sobre las cortesanas mexicanas, que luego de asistir a los banquetes de Carlota: "se iban a cenar a sus casas y pedían que les sirvieran sus sabrosas comidas mexicanas".
Sin duda que debemos aceptar el cambio y luchar contra los usos y costumbres que nos dañan. ¿Acepta?