Para ordeñar un camello se deben tener las manos tibias, delicadeza y, sobre todo, rapidez: los camellos dan leche en ráfagas de 90 segundos. (AP)
Para ordeñar un camello se deben tener las manos tibias, delicadeza y, sobre todo, rapidez: los camellos dan leche en ráfagas de 90 segundos.
Pero el esfuerzo —según Gil y Nancy Riegler, dueños de la granja de productos lácteos de camello más grande de Estados Unidos— es recompensado con una leche terapéutica, nutritiva y deliciosa.
Y que no se pueden vender en Estados Unidos. Lo cual no desanima a los Rieglers. La pareja vende otros productos, como jabón de leche de camello, y organiza tours en sus instalaciones y paseos educativos con sus mamíferos.
En algunos años, esperan, la Agencia de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos quizá establezca algún tipo de prueba para la leche de camello que les permitiría comercializar más productos.
"Si pudiéramos vender la leche de camello ahora mismo, tendríamos que cobrar entre 40 y 60 dólares el litro", dijo Nancy Riegler, que vive con su esposo en una finca de poco menos de 14 hectáreas (34 acres) en Ramona, al noreste de San Diego.
