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Gregorio Sánchez

GILBERTO SERNA

Luego nos asustamos de las pandillas que están asolando el país, integradas por jovencitos que apenas salen de la adolescencia cuando son enviados al campo de batalla que son las calles mismas de nuestra ciudad. No tienen conciencia de por qué lo hacen, aún carecen de un raciocinio que sólo suele dar la madurez. Sin embargo, no dudan en agredir a sus semejantes sin distinguir entre culpables e inocentes. Pareciera ser que son impulsados por una especie de venganza en contra de toda la sociedad. Se acomete contra cualquiera que se atraviese en su camino de demolición social, se trata de destruir sin reparar en el daño que se provoca. A esa edad aún no se ha producido el florecimiento de las facultades que da la experiencia, hay una falta absoluta de sensatez. Pero me pregunto ¿a qué se debe que se produzca este fenómeno social?, porque si bien no están preparados por su edad para tomar decisiones, sí para distinguir entre el bien y el mal. ¿Qué es lo que los impulsa?, ¿dónde reside el leit motive, de su azarosa conducta? Creo que solamente están copiando el modelo de depravación impune que los mayores les estamos dando.

Esas ideas son producto de que acabo de leer en la prensa escrita que han privado de su libertad a Greg Sánchez, detenido por una disposición judicial acusado de los delitos de delincuencia organizada, delitos contra la salud en su modalidad de fomento, así como de obtener recursos de procedencia ilícita. Pero ¿quién es, en qué radica su importancia para que nos ocupemos de él? -Antes que nada diremos que es una persona que se dedica a la política, a esa política sui géneris que se practica en este país. No sé si será o no un bribón de siete suelas o un cordero pascual que está pagando las culpas de otros, que abundan en esa profesión. Lo que realmente interesa es por qué proliferando una caterva de pícaros se tuvo que escoger a uno que es candidato a ocupar el Gobierno del estado de Quintana Roo. Lo que está sembrando la duda de si se trata de despejar el camino a sus contrincantes, inventando graves cargos o de impedir que obtenga el triunfo en las elecciones para gobernador o en efecto, su presencia en el foro de candidatos es un oprobio para la sociedad de ese estado.

El personaje es candidato de la coalición del Partido de la Revolución Democrática, con el Partido del Trabajo y Convergencia, en el año 2008 ganó la alcaldía de Benito Juárez que comprende Cancún, de la que pidió licencia separándose del cargo para competir ahora en la elección de gobernador. Además se le imputa el funcionamiento de un centro de espionaje que fue descubierto hace poco por el Ejército, así como de "lavado" de dinero proveniente del narcotráfico y en un asunto civil de rendir declaraciones falsas negándose a pagar la suma de 10 millones de dólares aduciendo que la firma que aparece en los pagarés no es la suya. ¿Será verdad? Hasta el momento el candidato niega los hechos que lo inculpan. Se dice que hay testigos protegidos que afirman que Greg estaba en la nómina del narcotráfico por protección y transportación de droga. También se le relaciona con el tráfico de indocumentados dado que cobraba por la transportación e ingreso al país de cubanos, rusos y chinos.

No sé si llamarlo un pillo redomado, es decir, cauteloso y astuto o simplemente un pájaro de cuenta que se ha aprovechado de la desvergüenza que campea entre sus contemporáneos. La larga lista de tropelías que se le atribuyen, hasta ahora, no deja lugar a dudas de que se trata de un ladrón a la alta escuela. Sería, de ser cierto lo que se le dice, una verdadera ficha. De los que abundan en la política mexicana. Se caracterizan por su alto grado de atrevimiento, descaro e insolencia, son vulgares y libertinos, groseros, incultos y ramplones, fachosos y por lo común estrafalarios usted puede reconocerlos fácilmente con sólo verlos pasar. Traen chofer, huelen a lavanda, sacan el pañuelo para taparse la nariz cuando pasa un contingente de obreros y en el bolsillo llevan siempre una botellita con cierta sustancia que se pasan por la palma de la mano apenas saludan, con manita de pingajo, a un miembro del sector popular. En los mítines de campaña, los acompañan guaruras de mala mirada, no prueban la comida o se hacen servir platillos diferentes a los de los demás. Con estos adefesios de hombres no por sus fachas sino por sus costumbres ¿cómo esperar que sean un sano ejemplo para la juventud?

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