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Guillermo Fariñas

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LUIS FERNANDO SALAZAR WOOLFOLK

A raíz de la muerte del disidente cubano Orlando Zapata Tamayo, como resultado de una huelga de hambre emprendida como protesta en contra del régimen totalitario de los hermanos Fidel y Raúl Castro, Guillermo Fariñas Hernández toma la estafeta de la lucha en pro del respeto a los derechos humanos en la Isla y permanece en ayuno desde hace casi treinta días.

Semejante a Orlando Zapata, Fariñas nació cuando los hermanos Castro tenían tres años en el poder. Fue igualmente adoctrinado desde la escuela primaria en la ideología comunista, pero a diferencia de Orlando Zapata que no tuvo acceso a la educación superior ni pasó de ejercer los oficios de albañil y plomero, Fariñas forma parte de una élite educada en la academia militar Camilo Cienfuegos, completó su formación castrense en la antigua Unión Soviética y propagó la revolución mundial comunista combatiendo en Angola.

Al igual que Orlando Zapata, no hay modo de vincular a Fariñas al Imperialismo Yanqui. En su día fue un ferviente luchador del marxismo-leninismo. Dos veces herido en combate en África y finalmente dado de alta del ejército por un accidente durante su entrenamiento en la URSS, Fariñas regresa a su patria e ingresa a la Universidad de la Provincia de Las Villas, en donde cursa la licenciatura en Psicología y se titula en el año de 1988 a la edad de veintiséis años.

Alentado por los vientos de libertad que a raíz de los movimientos de la Glasnot (transparencia) y la Perestroika (reforma) soplaron en la Rusia Soviética y sus satélites durante la década de los ochenta, nuestro personaje incursionó en el periodismo en cuya actividad se fue enfrentando poco a poco con el régimen castrista hasta convertirse en disidente y de ahí pasó a ser considerado como enemigo del Estado.

Al igual que Zapata, la postura que Fariñas mantiene hasta el sacrificio, se explica en virtud de la natural tendencia a la libertad que alienta todo ser humano y que en al caso deriva de una toma de conciencia respecto a que resultan inútiles todos los sacrificios que se le han impuesto al pueblo cubano, con falsas promesas de una vida mejor, en un futuro que nunca llega. Nuestro personaje ni siquiera reniega de su ideología, sólo pide un poco de libertad en el inmenso campo de concentración que los hermanos Castro han hecho de Cuba por más de cincuenta años.

Cuando Fariñas es cuestionado sobre el cambio que ha implicado el paso del mando de Fidel a Raúl Castro, sostiene que las cosas ahora están peor en Cuba, porque "Fidel llevaba el control de la Isla como su hacienda personal y Raúl como dirigente militar, la maneja hoy día como su cuartel particular".

Los defensores de los hermanos Castro, insisten en que los ejemplos de Zapata, Fariñas, los presos políticos cubanos y las Mujeres de Blanco son de excepción y se les minimiza desde el punto de vista cuantitativo. Ni son pocos casos y si lo fueran merecen toda la atención del mundo civilizado. La disidencia no es más notable debido al cerco informativo que protege a los Castro y a que la represión brutal y prolongada que padecen los cubanos ha matado el espíritu libertario en gran cantidad de casos y en muchos otros alienta una sangría demográfica imparable hacia el exilio.

A diferencia de Zapata, la huelga de hambre que sostiene Guillermo Fariñas conlleva un mensaje libertario más elaborado que el protagonista dirige a la comunidad internacional por cierto con poco éxito, porque prevalece en el Mundo una actitud criminal de apoyo por obra u omisión al régimen castrista, que revela el empeño por mantener el modelo totalitario comunista y además reproducirlo en otros países, como lo demuestran los regímenes populistas emergentes de América Latina.

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