La vida no se ve como un don preciado, como un privilegio, como un huerto florecido, mucho menos como un milagro divino; sino como un fruto de luchas y fatigas.
La vida no se ve como un don preciado, como un privilegio, como un huerto florecido, mucho menos como un milagro divino; sino como un fruto de luchas y fatigas, porque se vive falseando el pensamiento, simulando posturas en desajustes con los principios y las verdades que no congenian con nuestros actos reales, con la posición ideológica que decimos tener.
Así experimentamos la sensación de correr un camino sin sentido y estar en una corriente sin cauce, en un abismo sin luz. El tiempo se mide por gustos y satisfacciones y no por la habilidad de distribuirlo y planear en él la superación diaria de las dificultades, los adelantos reales del ser humano.
Hoy, la vida social se ve como una rivalidad de unos contra otros; como una lucha entre sus miembros; meramente como una ostentación; (hasta olvidan el verdadero sentido de identidad y de existir), no como una cooperación necesaria; una protección común; un intercambio amistoso, sincero, lleno de consuelo y de cariño.
La educación, los estudios, los conocimientos, el aprendizaje continuo se ven como el modo más adecuado de enriquecerse, de vivir en mejores condiciones y no como un medio apasionante de crecimiento intelectual, de ayuda al medio en que se vive, de cooperación a los problemas del mundo.
Por lo que la riqueza entonces se considera como una condición de superioridad, de prestigio y se convierte en prioridad de vida, egoísta y, no en función del bien común, como medio de inversión, de producción y de desarrollo.
Por otro lado, la religión (lo espiritual), es una parte fundamental en la existencia del ser humano, y se ve con aires de moralidad, de humanidad externa, sin importancia, y no como base fundamental de la vida, como sentido de nuestros actos, como un modo interno de ser y de proyectarnos a los demás.
Los valores no pueden suplantarse y el interior del hombre se desploma cuando no encuentra la verdad, el amor y la justicia. Tú hombre, tú mujer, de este momento histórico, deben saber valorar y estar conscientes de las fallas de sus formas de convivencia, porque si se les han dado todas las oportunidades, es porque se han hecho depositarios de una esperanza, de una promesa de renovación.
Ser firmes en sus actitudes y perseverantes en sus ideales. Y a partir de hoy procurar construir una vida nueva, dirigida hacia arriba y caminar hacia adelante, no dejando de voltear de vez en cuando, porque al fin de cuentas, el ayer también es parte tuya, no olvidar que si no hubiese pasado, no tendrías presente, ni aspirarías a tener futuro.
No permitas que nadie controle tu ser ni tu sentir, recuerda que de lo alto nos viene el libre albedrío y es lo único que tenemos para decidir hacia donde queremos dirigir nuestros sentidos. No te culpes por lo que no hiciste, más bien decídete a cambiar... no trates que otros cambien, ya aprendiste que no pueden hacerlo por tus deseos, sino por el de ellos... sé el responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú y deja que el amor te toque y no te defiendas de él.
Haz como el sol que nace cada día... que alumbra hasta la noche oscura y triste que te tocó pasar. Lucha con tenacidad por la meta que quieres conseguir y no te detengas para ver que tan difícil es alcanzarla. Ten fe y piensa que todo lo que va a ser tuyo, ya está en tus manos desde el momento que te propusiste tenerlo. Dios te ha creado para realizar sueños, proyectos de vida... vive por ellos, intenta alcanzarlos, busca darles un digno sentido... esto debes pensarlo y sentirlo con convicción, para que no quede en un simple deseo como otros tantos... convéncete que eres un ser humano fortalecido por las adversidades...
No te detengas en lo malo que te han hecho... camina pensando en lo bueno que puedes y que te pueden hacer... al fin y al cabo "la vida es breve".
