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LOS PRIMEROS ADULTOS JÓVENES

MARÍA DE LOURDES SOLÍS CARRERA

El término "cultura joven" reconoce el poder de los grupos de pares entre jóvenes; pero fundamentalmente, la frase tiene que ver con elecciones de comportamiento hechas por la gente que no es ella misma, joven en absoluto. Quiero decir que la gente grande se ha liberado de los clásicos estereotipos de la edad; puede, si quiere, adorar la juventud, comportarse como jóvenes; puede (y lo hace) adoptar estilos y costumbres de los jóvenes. Así, la llamada cultura de la juventud en realidad es una cultura de gente que no es joven, pero que ha decidido disolver su adultez y absorberla en modelos una vez considerados adecuados para los niños y los adolescentes, lo que conlleva a caer en un extremo que puede parecer o más bien ser una incongruencia, dado que les es difícil comportarse de acuerdo a la edad cronológica y, mucho menos si tenemos un sinfín de atractivos publicitarios sobre la moda, y el mantenimiento de una aparente juventud física a costa de lo que sea, lo que provoca además de una falacia, una tendencia al consumismo sin control. Y esto se presenta más fuertemente en el género femenino. Un efecto importante que ha producido este cambio cultural fue el modificar la duración de las etapas de la vida. Tradicionalmente, existía una relativamente larga infancia, que terminaba apenas a los 14 o 15 años; una adolescencia muy corta, que nadie quería extender y que se intentaba dar por terminada a los 21 o 23 años, con el trabajo y/o el matrimonio. La adultez se extendía desde esa edad hasta los 50 a 55 años y la vejez era breve, dada la corta expectativa de vida.

La cultura de la noche excluye a los adultos, o por lo menos a quienes parecen adultos, es decir, que acepta solamente a los adultos-adolescentes. Al hacerla, crea una ilusión de homogeneidad, de somos "sólo jóvenes"; Sin embargo el querer parecer para no perecer conlleva a un conflicto de identidad equivocado de los adultos que quieren a toda costa comportarse como, más jóvenes de lo que son y todavía más, asistir los sitios que ellos frecuentan, sin pensar que corren el riesgo de encontrarse con sus hijos. Por lo que me parece subrayar que la cultura de la noche tiende a reproducir, a develar y aún a exacerbar los sistemas de legitimación vigentes en la sociedad, las formas de diferenciación y de exclusión social son tal vez más brutales y manifiestas que las que se aprecian en la vida diurna.

La cultura adolescente es amplia, incorpora de todo: con tristeza comento que "todo", es referirme a la drogadicción, al alcoholismo, al sexo irresponsable, sólo por placer, a la violencia, a obtener lo que desean de la forma más fácil; como exigir, vestir con las mejores marcas del mercado, o traer una cantidad de dinero un tanto exagerada para su edad y sus necesidades elementales. Todos tienen en común ser jóvenes y parecerlo, vivir la noche y, además de cualquier otra cosa, amar la "fiesta" aunque esta se desarrolle de variadas formas, que inclusive llegan a olvidar las responsabilidades propias de su edad, que además se desarrollan en el día, como: el estudio, el trabajo y algunas otras. En la segunda mitad del siglo XX las cosas y los esquemas cambiaron un tanto abruptamente ya que la infancia se acortó, los chicos de 9-10 años comienzan a ser estimulados para adolescentizarse: ir a bailar, vestirse como sus hermanos mayores y en el menor de los casos hasta como sus padres, escuchar rock; la adolescencia se extiende desde la pubertad hasta un punto mal definido que puede llegar hasta los 30 o 35 años o no terminar nunca, porque ya no hay necesidad de salir de ella, dado que llegar a la adultez ha dejado de estar valorizado y mantenerse joven es lo ideal. La adultez queda diluida ante el desprestigio sufrido y se oculta bajo la máscara de la juventud que debe presentar todo adulto mientras se pueda, bajo el riesgo de caer en la ignominiosa vejez.

La sociedad actual permite "elegir", entre tantas otras cosas, la edad que se quiere tener, una de las elecciones es la de parecer joven y, hemos sido los adultos los que creamos esa opción por comodidad y hasta para seguir "controlando" la vida de nuestros hijos, por temor a perder el poco cariño que a veces es aparente, pues no supimos infundirles desde la infancia con el ejemplo. Sin embargo esa actitud de preservar la eterna juventud, nos hizo olvidar la importancia que tienen otros valores como la aceptación y el amor dentro de nuestra vida adulta y poder llegar a la vejez con una actitud de dignidad.

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