La tremenda tragedia del terremoto sigue. Las réplicas telúricas podrían continuar por un tiempo pero, después del sufrimiento y las pérdidas de vidas y medios, lo más grave es lo que sucederá en una comunidad devastada mucho más allá de las deplorables condiciones que ya prevalecían desde tantas décadas de miserias y dictaduras.
La presencia de las tropas de EUA ha sido indispensable. A las 12,500 iniciales ahora se añaden 4,000. He tenido la oportunidad de conversar largamente con un funcionario internacional que acaba de regresar de Port au Prince, quien vio un caos absoluto. No hay autoridad alguna. El presidente René Préval y los pocos ministros sobrevivientes, venciendo la precariedad con su pueblo, no tienen a quién dar órdenes. Tres de sus ministros murieron aplastados bajo las ruinas. Hablar de policía es macabra chanza, es imposible distribuir entre miles de seres suplicantes y desesperados los cientos de toneladas de materiales hospitalarios, alimentos y ropa.
Y es en la desesperación que crece, mecha prendida, entre todos los náufragos en este caótico mar de pólvora social en barriles que pueden estallar dispersando más confusión, muerte y desolación. Las tropas norteamericanas son indispensables. Sin ellas nada pudiera haberse hecho para contener las masas de violentos que se han dado al saqueo de tiendas, dispuestas a golpear o matar para conseguir algo, lo que sea, de la ayuda internacional que llega por marejadas de aviones y docenas de buques.
Al igual que México, Venezuela ofrece ayuda no solamente económica, médica y de rescate como lo hace México. También ha prometido enviarle a Haití todo el combustible que pueda requerir.
Pero sus ofrecimientos van más allá. Chávez no se limita a decir que los norteamericanos se aprovechan de la destrucción en Haití para ocuparla militarmente. En declaraciones publicadas el 19 de enero, ha enfáticamente acusado a Estados Unidos de haber provocado el sismo como ensayo concertado por la marina norteamericana en un plan consistente en utilizar la fuerza nuclear y con ella detonar una serie de terremotos a Irán.
Los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Nicaragua, Daniel Ortega, de inmediato unieron sus voces al de su mentor Chávez, fundador del grupo ALBA, para condenar la llegada de las tropas norteamericanas, calificándolas de fuerza de ocupación.
El presidente Lula da Silva, de Brasil, visitará Haití el mes entrante para reforzar la ayuda económica, militar y equipos de rescate. La contribución brasileña ha sido fundamental como Comandante de las fuerzas de la ONU de estabilización en Haití (MINUSTAH) al mando de 3,500 hombres. Hay que recordar que pereció en el terremoto el jefe brasileño de la misión permanente de la ONU en Puerto Príncipe. La frecuente actividad brasileña en misiones de Naciones Unidas refuerza su aspiración de convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad.
La situación habrá de complicarse inevitablemente a medida que pasen los días. El que el país carezca por completo de Gobierno da pie a que se considere seriamente que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pudiera decidir constituir un Protectorado y, de esta manera, crear un espacio para contrarrestar la embestida de los países del ALBA, liderados por Venezuela, que buscan sumar a un frente "bolivariano" de extrema izquierda en el Continente a cualquier Gobierno que resultase en Haití
La coincidencia con las elecciones parlamentarias que debieron haberse celebrado en estos días de enero hacen de la tragedia una coyuntura con repercusiones de alto riesgo para toda América Latina. Las elecciones presidenciales están programadas para otoño de este año y Jean Bertrand Aristide, el ex salesiano, que ya fue presidente de Haití, está listo para regresar a su país y encabezar la restitución de un régimen populista.
Es evidente que no hay ni las mínimas condiciones para cualquiera clase de comicios. Esto justificaría su aplazamiento para evitar el caótico escenario de fraudes, abusos y violencias asesinas de las que serían simples testigos las organizaciones internacionales especializadas en procesos electorales que suelen prestar su asesoramiento para asegurar comicios democráticos.
Podemos prever que en el caso de avanzar las presiones para que Haití caiga en la red de la vehemente izquierda que promueve el movimiento ALBA, los Estados Unidos estarán prestos para tomar alguna acción, por mucho que ahora estén muy ocupados en Asia Central. Pero México tiene la posibilidad de apoyar la instauración de la democracia o al menos hacer valer su autoridad para que Haití no caiga en la red del socialismo bolivariano de extrema izquierda.
En los próximos días habrá una reunión multinacional para aquilatar la eficacia de la ayuda multinacional que se ha derramado en Puerto Príncipe. En esa reunión tendrán que preverse acciones concretas. Inclusive el lanzamiento de un amplio "Plan Marshal" a favor del desastrado país, plan al que uno quisiera que nuestro país, no sólo Brasil, aportara significativamente llenando así el papel que le corresponde.