Los anuncios del Super Bowl volvieron este año a su raíces estrafalarias, después que los mensajes publicitarios del año pasado fueron desacostumbradamente sombríos, a tono con el estado de ánimo nacional, estremecido por la crisis financiera.
En los anuncios de este año los hombres caminan sin pantalones por una colina, hay carruseles de juguete en Las Vegas y el avaro personaje Mister Burns, de la serie televisiva Los Simpsons, pierde su fortuna, pero encuentra la felicidad. Beyoncé "venderá" televisiones, Kiss refrescos, la actriz Betty White barras de chocolate, mientras que Will.i.am, de Blacks Eyed Peas, venderá cámaras fotográficas.
Lo anterior es un indicio de que el público se siente mejor -o por lo menos desea sentirse mejor- sobre la economía, según los entendidos.
Los anuncios del domingo en el segmento más caro de la publicidad estadounidense aspiran además a centrar la atención del público en el valor de los bienes y servicios ofrecidos.
Los anuncios ofrecen productos de todo tipo, desayunos en cadenas de restaurantes, hasta lujosos coches.
Los anuncios del Super Bowl son esperados con impaciencia y generalmente son divertidos. El partido es visto tanto por su emoción deportiva como el contenido y tono de su publicidad. En el de este año transmitido por la cadena CBS actúan los mariscales Drew Brees, de los Saints de Nueva Orleáns, contra Peyton Manning de los Colts de Indianápolis.
El año pasado en el partido fueron transmitidos varios anuncios de tono desacostumbradamente sombríos.
En general, sin embargo, el sentido del humor ha reaparecido con fuerza.
"Hace seis meses si uno se sentía optimista o feliz, era algo extraño y la gente te miraba pensando '¿Cuán insensible puede ser?'", comentó Allen Adamson, director gerente de la firma Landor Associates.