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HORIZONTE VOLÁTIL

La evolución de los mercados financieros al cierre del 2009 y lo que va de este año muestra que, a pesar del ajuste bursátil que ocurre desde fines del mes pasado, los temores a la crisis quedaron, por lo menos entre los inversionistas, en el pasado.

Esa actitud se deriva, principalmente, del éxito de las políticas fiscal y monetaria en Estados Unidos (EU), Inglaterra y la zona del Euro, así como las medidas expansivas que instrumentaron los principales países emergentes de Asia, que lograron evitar una debacle económica el año pasado.

Una política monetaria de tasas de interés de cero redujo considerablemente el costo de oportunidad de comprar acciones, mientras que la gran expansión de circulante permitió que los bancos centrales financiaran los déficits crecientes de sus gobiernos, sin presionar las tasas de interés de los instrumentos de deuda de largo plazo.

Esto, sin embargo, no es motivo todavía para echar las campanas al aire y concluir, como hacen algunos analistas bursátiles, que las tribulaciones actuales son sólo una pausa en una trayectoria de crecimiento sólido y sostenido que garantizará ganancias jugosas para las bolsas de valores.

Por ejemplo, el jueves 14 de enero, Gabriel Wallach, un administrador de fondos de inversión en Boston EU, declaró que "estamos en las etapas tempranas de la recuperación económica y los mercados lo han anticipado", por lo que espera un alza adicional de entre 35 y 40 por ciento en las utilidades de las empresas y en el precio de las acciones de países emergentes en el transcurso de este año.

Ese es uno de los pronósticos más optimistas que he visto y lo considero muy poco probable, pero hay otros menos osados que estiman alzas de 15 a 25 por ciento en los mercados emergentes, entre los que se encuentra el nuestro.

Ello es posible si, como esperan, las economías crecen vigorosamente y mejoran espectacularmente los resultados de las empresas, pero muchos no parecen percatarse de que la recuperación económica hasta ahora se explica, en gran parte, por el enorme y extraordinario apoyo gubernamental en las naciones desarrolladas.

Lo que debemos preguntarnos, por tanto, es qué sucederá cuando se quiten estos respiradores artificiales, así como si las autoridades monetarias y fiscales de los distintos países tendrán el tino (y la suerte) para que al hacerlo no trastornen la incipiente y frágil recuperación de sus economías.

Existe un consenso entre las autoridades de los países desarrollados en cuanto a que tienen que ser en extremo cuidadosas con su estrategia de salida. Esto es, deben evitar que un apretón prematuro de su política monetaria aborte la recuperación, como sucedió con las experiencias de la Gran Depresión de los años 30 y la recesión de Japón en los años 90 del siglo pasado.

El problema es que esta preocupación por el sector real de la economía puede acabar por trastornar al sector financiero de la misma. Mantener las tasas de interés bajas para evitar una recaída puede también alimentar una burbuja especulativa en los mercados bursátiles, porque ese nivel de tasas ofrece a los inversionistas, mientras dure, una apuesta segura para comprar activos de riesgo.

Considero que los mercados más vulnerables son los de las naciones emergentes, que han gozado de un repunte superior al que se dio en el precio de las acciones en las economías desarrolladas y que, además, gozan de opiniones muy favorables como las del señor Wallach respecto a sus perspectivas.

México también se beneficia, aunque en menor medida, de este cambio de percepción. En fechas recientes los analistas han tendido a sobrevalorar aún más a nuestro país porque esperan que la recuperación estadounidense jale de manera considerable a nuestra economía.

No tengo duda de que la mezcla de tasas cero y más dinero en circulación, así como la opinión entusiasta que se tiene de muchas economías emergentes, han contribuido al alza de sus mercados bursátiles y, en algunos casos, a la apreciación de sus monedas, como sucedió con el real brasileño. Ello, sin embargo, no es garantía de que la bonanza se prolongará durante todo el 2010, como esperan muchos analistas. El ajuste que vivimos en estas semanas en los indicadores bursátiles es un recordatorio de ello. Me temo, además, que los resultados de las empresas no serán acordes con esas expectativas.

La prueba de fuego para los mercados vendrá cuando se defina si la recuperación económica de EU se sostiene sin apoyos extraordinarios, o si resulta tan sólo una llamarada de petate. Mientras eso ocurre no espere alzas sostenidas, sino un horizonte volátil en el precio de las acciones.

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