No pierden la esperanza. Equipos de rescate buscan sobrevivientes en los escombros del pueblo chino de Jiegu, en la provincia china de Qinghai, una de las zonas más castigadas por el terremoto que afectó el pasado 14 de abril al Oeste de China.
Cientos de fallecidos en el terremoto que azotó el pasado miércoles la provincia china de Qinghai, y que ha causado al menos mil 339 muertos, fueron ayer incinerados, mientras los equipos de rescate continúan sacando a gente de entre los escombros.
Las autoridades locales han decidido que los cadáveres sean enterrados o incinerados "inmediata y adecuadamente" para prevenir un posible brote de enfermedades en la zona afectada por el seísmo de 7.1 grados de la escala de Richter.
"En lo que respecta a los cuerpos, debemos respetar a los fallecidos, las costumbres funerarias de las minorías étnicas y consolar a sus familiares de forma apropiada", explicó el Departamento de Asuntos Civiles de Qinghai en un comunicado.
Más de mil monjes budistas se han reunido en la ciudad de Jiegu, uno de los lugares más dañados, para rezar por las víctimas.
El epicentro del terremoto se localizó en el distrito de Yushu, en la provincia autónoma tibetana del mismo nombre, a una altitud de 4 mil metros sobre el nivel del mar y cuya población está compuesta por un 90 por ciento de tibetanos.
El portavoz del cuartel del servicio de emergencias, Xia Xueping, declaró que "unas 11 mil 849 personas están heridas, de las cuales mil 297 están en estado grave", y 332 permanecen desaparecidas.
Además, todavía hay mucha gente sepultada entre los escombros y miles de soldados, policías, bomberos y trabajadores médicos de todo el país han sido movilizados para participar en la misión de salvamento.
Mientras, muchos de los sobrevivientes del seísmo han vuelto a pasar una tercera noche a la intemperie o en tiendas de campaña desplegadas en el área y con unas temperaturas de tres grados bajo cero.
Los grupos de rescate también intentan hacer frente a las malas condiciones meteorológicas y a la falta de oxígeno, y al menos 200 personas pertenecientes a los equipos de salvamento han tenido que abandonar la misión por sufrir mal de altura.
Li Pengxin, funcionario encargado de la supervisión de las operaciones, aseguró que los trabajadores evacuados estaban gravemente enfermos. "Muchos sufrían vértigos, tenían dificultades para respirar y sus labios estaban amoratados, mientras que algunos soldados vomitaban continuamente e incluso escupían sangre", dijo.
El pronóstico del tiempo indicaba que una nevada de corta duración caería durante la noche de ayer sobre las zonas afectadas por el terremoto.
Las autoridades en la zona esperan que el número de muertos aumente, ya que es muy difícil que los sobrevivientes que permanecen bajo los edificios derrumbados soporten el frío.
El jefe de un grupo de rescate procedente de Lanzhou, en la provincia noroccidental de Gansu, dijo que "las posibilidades de sobrevivencia disminuyen, pero seguimos esperando un milagro".
Ayer, una niña de 13 años y una mujer tibetana de 43 años fueron rescatadas tras permanecer más de 50 horas entre los escombros.
Por otro lado, los alimentos, el agua potable, las tiendas de campaña, las mantas y la ropa todavía escasean. Y es que muchas de las carreteras han resultado dañadas, entre ellas las que unen la zona con la capital provincial, Xining, a 800 kilómetros.
Por su parte, los expertos de la Administración de Sismología de China han advertido que la prefectura autónoma tibetana de Yushu, donde se localizó el epicentro del seísmo, puede verse afectada por fuertes réplicas.
Desde el pasado miércoles la región ha registrado mil 98 réplicas, una de ellas de 6.3 grados de magnitud.
El presidente de China, Hu Jintao, llegó ayer a Beijing tras suspender en Brasil su visita a Venezuela y Chile por el seísmo.
El Dalai Lama quiere visitar área del sismo
El líder espiritual del budismo, el Dalai Lama, se mostró ayer dispuesto a visitar las zonas más dañadas por el sismo ocurrido en China para consolar a las víctimas, y los felicitó por su labor a los servicios de ayuda.
"Estoy muy preocupado por las familias de las víctimas del seísmo en la región de Yushu de Tíbet. Me gustaría ir allí para consolar a los heridos y las familias de las víctimas", dijo el Dalai Lama en un comunicado emitido ayer por su oficina.
"Debido a la distancia física entre nosotros, soy actualmente incapaz de proporcionar consuelo a los afectados. Pido a la comunidad monástica, los jóvenes y otros individuos de áreas cercanas que asistan y apoyen a las familias de quienes lo han perdido todo", afirmó el Dalai Lama.
El Dalai Lama felicitó al primer ministro chino, Wen Jiabao, y a otras autoridades del país por haber visitado las áreas afectadas por el terremoto y pidió que dieran acceso libre a los medios de comunicación y las agencias internacionales de ayuda.
El Dalai Lama escapó de Tíbet en 1959, tras una revuelta fracasada contra China, y se refugió en la localidad india de Dharamsala, un enclave a los pies del Himalaya que es sede del Gobierno tibetano en el exilio.