La inseguridad pública ha alcanzado niveles sin precedente en la Comarca Lagunera y las instituciones encargadas de auxiliar a la ciudadanía no están, por mucho, a la altura del desafío. Lo peor del caso es que las autoridades no pueden o no quieren hacer frente a la demanda de la ciudadanía. El resultado de esta lamentable situación es la impotencia de una cada vez mayor parte de la población y la razonable desconfianza de ésta hacia las fuerzas del orden.
El lunes pasado un ciudadano fue testigo del robo a mano armada de un vehículo y decidió no quedarse con los brazos cruzados. En una acción de suma osadía, el hombre, identificado como "Carlos", siguió a los delincuentes para ayudar a la Policía a detenerlos. Llamó al servicio de emergencias 066 para informar del hecho y solicitar el apoyo de patrullas, las cuales nunca llegaron. Al final, el valiente ciudadano terminó en el hospital por los disparos que recibió de los criminales.
La actuación de "Carlos" motivó decenas de comentarios de apoyo y admiración en la página de Internet de este medio de comunicación. Incluso hubo quienes lo propusieron para ocupar la Dirección de Seguridad Pública Municipal. Mientras convalecía en su casa, "Carlos" comentó con decepción que "si a alguien le tocara lo mismo que yo, hay que hacer 'ojos que no ven'. Se anda arriesgando uno, y nadie te apoya". La demostración de civismo le pudo haber costado la vida.
Esta anécdota pone en evidencia, de una forma más que clara, que detrás del llamado de las autoridades a los ciudadanos a que colaboren en las acciones contra la inseguridad sólo hay demagogia y vacío. Con justa razón el ciudadano se pregunta: ¿para qué reportar cuando se es víctima o testigo de un robo si al final lo único que se consigue es poner en riesgo la propia vida?
Y mientras los jefes de las corporaciones buscan excusas para justificar su incapacidad, la delincuencia continúa ganando terreno en las calles y sembrando el miedo entre los ciudadanos que ya la piensan dos veces antes de salir de su casa.
La realidad ha rebasado a las instituciones. Para transformarlas de fondo, quienes las encabezan deberían empezar por reconocerlo y actuar en consecuencia. De lo contrario, en vez de respeto y colaboración, lo único que obtendrán de los ciudadanos será más repudio y desconfianza.
