Una sola postal perdonen ustedes. Sólo una simple postal porque he ido del timbo al tambo esta semana con el nacimiento de las cuatas, mis hijas. Y pues con aquello del ajetreo sólo podré escribirles estas breves líneas directo del Blackberry, perdonen la ortografía y el formato, los liberaré por ahora de la perorata obtusa de otros días, y sólo contaré que con mis tres hijos grandes, y con mis dos hijas recién nacidas, y con Lupita una chica que nos ayudó con el post parto y la crianza, nos venimos mi señora y yo en Interjet de Juárez al Distrito Federal, con decirles que hasta una cola especial nos hicieron en el gusano, estuve unos minutos largos solo en el areoplano porque me dieron tiempo de acomodar todas las cosas sin importunar de más el tráfico en el pasillo, y pues nos venimos. Sí, así mero.
El caso es que llené una fila entera 26 a b c d e f sin contar a los infantes. Y para acabar de joderla no nos entregaron carreolas en la puerta, porque a los maistrines se les ocurrió llevarlos a las bandas de reclamo, entonces por el largo pasillo vamos todos como exilados de urgencia, con carros y todo y repletos de bultos, y por suerte llegamos bien, el taxi fue tumultuario, los llantos son tumultuarios, y las bocas son dos y se cagan el doble y vomitan también dos veces, y pues se carga el trabajito.
Por lo que hay que echarle la mano a mi morrita y además chambiar, y pues hay disculpen estas breves palabras, pero no quise dejar pasar de largo la columna, porque el señor X, del cuento en entregas que he venido narrando, ha recibido la llamada puntual de su patrón de la fábrica de costales, y que sí, que sí lo invita a esa tienta de novillos que habrá en el rancho Vaquerías y donde estará presente el candidato, y que sí, que sí se le podrá acercar en confianza y comentar sus ideas políticas, pero que nada más se fuera con el atuendo de rigor de bota y cinto pitiado, que habría mariachis y unas buenas cervezas y eso es todo lo que puedo decirles, porque justo ahora me quedé solo con las criaturas unas horas que traemos desfasadas, así que con las dos llorando hago malabarismos de primero una, la sujeto fuerte y me acomodo y cargo a la otra, la saco de su cuna y me la pongo también al hombro, y agarro dos chupones, sólo dos ahora lo lamento, sentándome en un sillón y cada una de un lado, como si fueran melones cargados en cualquier pasillo del mercado, y las empiezo a observar, se duerme una, llora la otra y le pongo el chupón a una y despierta la otra y le pongo el chupón a otra y llora la otra, en un rítmico juego de balanceos, como si fueran dos gotas de un nivelador descompuesto, y apenas me quedan deditos para apretar los botoncitos y teclear estas líneas. Mensaje enviado desde mi Blackberry de Nextel.