Temor. Entre los habitantes de El Salto, cabecera municipal de Pueblo Nuevo, existe la versión de que la presa La Rosilla es un cementerio clandestino, versión que hay de otras en distintas partes de la entidad. EL SIGLO DE TORREÓN
En los habitantes de El Salto, cabecera municipal de Pueblo Nuevo, persiste la versión que la presa La Rosilla que les abastece de agua, es un cementerio clandestino donde bandas de la delincuencia organizada ocultan cadáveres producto de la lucha por la plaza. Por ello el Cabildo decidió solicitar un análisis del vital líquido y de ser necesario un monitoreo con buzos.
Este caso no es el primero que se maneja entre los duranguenses desde que se recrudeció la violencia en la entidad, por el choque entre distintos grupos de narcotraficantes.
En el municipio de Durango se comenta que presas como la Peña del Águila y la Santiago Bayacora son usadas como narcofosas, así como la del ejido Ramón Corona, pero autoridades estatales del sexenio pasado nunca lo confirmaron.
Ahora en Pueblo Nuevo fue el propio síndico municipal, Rodolfo Molina Esparza, quien durante la pasada sesión de trabajo de los ediles reactivó el tema, con la debida aclaración que la versión de la fosa existe desde el trienio que concluyó el 31 de agosto de este año, y que el entonces alcalde de extracción panista, Daniel Delgado Meraz, no hizo algo al respecto.
"Se tiene que ver la forma de darle claridad a la gente, por eso pediremos el apoyo de la Secretaría de Salud (del Estado) para hacer un estudio en un laboratorio de calidad, que nos permita conocer qué pasa en la presa La Rosilla", describió el actual presidente municipal, José Guadalupe Barrios.
El edil abundó que en caso de encontrar cualquier indicio extraño se "procederá a un plan B", que consistiría en el empleo de buzos para ver qué hay en aguas profundas.