'íQué chucha quiere el Señor!' fue la exclamación de impotencia que miles de chilenos repitieron hoy, ante la serie de fuertes sismos que sacudieron el centro y sur del país, a sólo 12 días del terremoto que devastó a Chile.
'íQué chucha quiere el Señor!' fue la exclamación de impotencia que miles de chilenos repitieron hoy, ante la serie de fuertes sismos que sacudieron el centro y sur del país, a sólo 12 días del terremoto que devastó a Chile.
El suboficial de la Fuerza Aérea chilena, Pedro Poblete, se hizo parte del coro de súplicas a Dios, cuando cerca del mediodía un sismo de 6.9 grados en la escala de Richter volvió a remecer varias regiones de la zona centro-sur del país.
'íQué chucha quiere el Señor!', exclamó Poblete en el aeropuerto de Carriel Sur de esta sureña ciudad chilena, que aún no se repone de la devastación que sufrió con el terremoto de 8.8 grados en la escala de Richter que azotó al país hace 12 días.
El uniformado dio rienda suelta a su exasperación, mientras intentaba inútilmente, como todos los que estaban en la terminal aérea, comunicarse con los suyos a través del teléfono celular.
Pero todo esfuerzo fue en vano, ya que al igual que en la trágica madrugada del sábado 27 de febrero, las redes telefónicas 'se cayeron', lo que hizo imposible lograr cualquier comunicación durante varios minutos.
La alarma se hizo más patente cuando se anunció que las regiones más afectadas esta vez habían sido Rancagua, Valparaíso y Santiago, y que había una alarma de tsunami que abarcada el borde costero de siete regiones del territorio nacional.
A la ansiedad que provocada la nueva emergencia, se sumaba además la impotencia de estar aislados y no saber de los seres queridos, como bien lo sabe Elisa Jerez.
La integrante de International Medical Corps, que esperaba un avión para viajar a la Isla Mocha, el problema era tanto o más grave, ya que su hijo estaba en ese lugar, ayudando a un amigo en la búsqueda de una muchacha que se llevó el mar el 27 de febrero.
Pero además, el ambiente estaba tenso ya que todos sabían que el aeropuerto estaba sólo a cuatro metros sobre el nivel del mar, expuesto a un posible nuevo tsunami, y la costa del amenazante Océano Pacífico estaba a unos cuatro kilómetros de distancia.
La amenaza del tsunami y los nuevos temblores cambió el ánimo de todos y la expresión del suboficial, 'íqué chucha quiere el Señor!', fue comprendida incluso por el capellán militar Juan Alberto Aguirre.
'Lo que pasa es que las personas sienten un poco de impotencia frente a esto que no se puede controlar, porque evidentemente la naturaleza en ese sentido nos sobrepasa', explicó el sacerdote católico.
Advirtió que el suboficial 'lo dijo de una manera muy chilena no más. Pero es cierto, muchas personas se preguntan ¿por qué todo esto?, pero uno sabe que vivimos en un país tan sísmico. Eso lo sabemos desde niños, entonces hay que hacerle frente nomás'.