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Ir o no ir, he ahí el dilema

GILBERTO SERNA

El señor quiere asistir a la inauguración del mundial de futbol mandando realizar, lo más parecido a una encuesta, que logró un porcentaje que lo autoriza a estar en el estadio de futbol invitado personalmente por el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma. Hay, siempre los habrá, quienes expongan argumentos en contra de su presencia: que si México no está pasando sus mejores días, que la pobreza no se ha resuelto, que no estamos para festejos, que hoy como nunca no debe dejar ir al garete la embarcación, que si además lleva consigo a sus pachorrudos secretarios (así los motejaron, con lo que no estoy de acuerdo y si me veo precisado a hacer la anotación es porque me lo exige mi obligación de comunicar), que dejará el país en manos de la delincuencia, que la inseguridad social en nuestro país está de la patada, que su ausencia puede ser aprovechada por quienes sueñan con derrocarlo, etcétera, etcétera. Esto lo dicen quienes nunca están conformes con nada y quisieran verlo encerrado en una torre de cristal. No hay ningún impedimento legal para que Felipe Calderón vaya a apoyar a nuestros muchachos, siempre dispuestos a entregarse por los colores patrios.

Lo que parece extraño es que se haya efectuado una consulta al pueblo para que se autorizara su salida del país para tan nimio asunto. El presidente tiene derecho a gozar de uno o más periodos vacacionales al año, eso no se lo podemos negar, si es que nos lo preguntan. Es un ser humano que tiene el innegable derecho a descansar, Aquellos días en que se decía que presidente era un hombre de hierro, que no se enfermaba, que no se cansaba, que no desfallecía, han quedado atrás. En este caso, de ser necesario, era suficiente con que lo hubiera pedido al Senado de la República, para que éste, solícito, le hubiera concedido el permiso que no requería. Felipe Calderón es un hombre de carne y hueso, es comprensible que tenga el deseo, de olvidarse por un momento de los graves asuntos de Estado y junto con su familia dedicarse a cosas más divertidas. Podría ser en una playa desierta pero los niños, de seguro, disfrutarán más con el juego del balompié.

Apenas ayer nos enterábamos de que dos funcionarios estadounidenses, del FBI, advirtieron que la violencia en México se recrudecerá, que esto podría empeorar antes de mejorar, que la violencia entre narcos está aumentando. Esto se oye en el marco de la probable salida del presidente. Este pesimismo no lo comparte el secretario de Gobernación mexicano quien acaba de exponer en el preludio del viaje presidencial, contrariamente a las cuentas de las agencias gringas, que la violencia deberá disminuir en los próximos meses. Gentes de la DEA, del FBI y el secretario adjunto de Estados Unidos de Norteamérica, vaticinan que México experimentará niveles sin precedente de violencia relacionada con el narcotráfico y se seguirá viendo más conforme el Gobierno mexicano lo combata para proveer seguridad en sus ciudades. Lo interesante es cómo las dos partes, los de allá y el de acá, enfocan el asunto sin antes ponerse de acuerdo.

¿Cómo pensará un dirigente de hombres? ¿Los graves problemas, al salir de las oficinas presidenciables, se los llevará a la almohada? ¿Podrá pegar los párpados al recordar los incidentes del día? ¿Quién podrá desenmarañar el ovillo de las causas y los efectos? Quizá pueda, a conciencia, decir, cuando manda realizar un acto cualquiera: sé lo que hago. Lo que hago es luchar denodadamente y al cabo el triunfo será mío. Le pasarán por la mente las bajas que se ocasionan ¿sin darse cuenta, esto quiere decir, que hay una refriega que se practica todos los días? Él sale de vacaciones. Que debemos de reconocer, cualquiera en sus zapatos, tendría bien merecidas. ¿Qué son muchos los problemas por los que atraviesa el país? los cuales gran parte constituyen su trabajo, bueno la verdad es que, mientras no salga del planeta Tierra, las comunicaciones y el traslado de un continente a otro se han vuelto lo suficientemente ágiles como para que en un santiamén se desplace en unas cuantas horas del punto más lejano al nuestro. En fin, se requiere un gran criterio para entender que no está abandonando el barco en medio de una tormenta, pues su voz, sus ojos, sus oídos y su cerebro seguirán aquí.

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