Aseguramiento. Un soldado iraquí guarda el arsenal de armas y munición confiscado durante una operación en Ramadi, a 100 km al este de Bagdad, Irak.
El primer ministro iraquí puso a su nación en alerta máxima por ataques terroristas de ayer, en momentos en que combatientes rebeldes golpean duramente a las fuerzas de seguridad iraquíes que se preparan para encargarse de la misión de combate de Estados Unidos que termina formalmente el martes.
El primer ministro Nouri al-Maliki dijo que según la inteligencia iraquí, un grupo de Al Qaeda y miembros del derogado partido Baath de Saddam Hussein están colaborando para lanzar ataques "para crear temor y caso, y matar más inocentes".
"Ordenamos a las fuerzas iraquíes, la policía y el ejército y otras fuerzas de seguridad, tomar la alerta máxima y medidas de precaución para frustrar este plan criminal", enfatizó al-Maliki en un comunicado emitido la noche del viernes por la televisora estatal. No dio detalles sobre el informe de inteligencia.
El aviso de alerta fue emitido días antes de la fecha límite del 31 de agosto para el fin de las operaciones estadounidenses de combate en el país después de siete años de guerra y transición para realizar principalmente tareas de entrenamiento y asesoría a las tropas iraquíes. Las fuerzas de Estados Unidos podrán continuar realizando patrullajes de combate acompañando a soldados o policías iraquíes si se les solicita.
El hecho fue destacado por el presidente estadounidense Barack Obama, quien señaló en su discurso semanal a la nación que la medida cumple una de las promesas que hizo como candidato.
Obama, quien pronunciará un discurso desde la Casa Blanca el martes, dijo que "la guerra termina. Como cualquier nación soberana, Irak es libre de planificar su propio rumbo. Y para el fin del año próximo, todas nuestras fuerzas habrán regresado a casa".
La responsabilidad primordial de proteger a la nación está en manos de una fuerza iraquí de seguridad que no ha logrado ganarse la confianza de la nación.
Los insurgentes han intensificado los ataques a la Policía y soldados iraquíes, y agosto ha sido el mes más mortífero para el personal de seguridad iraquí en dos años: en promedio han muerto cinco cada día.
Los civiles también han quedado atrapados en los ataques.
Esta semana, atacantes con explosivos y hombres armados mataron al menos 56 iraquíes en más de dos decenas de ataques en todo el país. Más de la mitad de los muertos fue de soldados y policías iraquíes.
El primer ministro pareció admitir que las fuerzas de seguridad por sí solas no serían capaces de detener los ataques, y solicitó a los ciudadanos estar vigilantes.
"Hacemos un llamado a la nación a abrir los ojos para monitorear los movimientos de esos terroristas y evitar que esas bandas criminales detengan el progreso de nuestra nación", agregó.
Al-Maliki está atorado en una batalla de poder para retener el cargo casi seis meses después de una elección parlamentaria que fracasó en producir un ganador claro.
La coalición política encabezada por al-Maliki, un shiita, quedó en segundo lugar por margen estrecho atrás de una alianza con respaldo sunita en las elecciones del 7 de marzo.
Las facciones políticas de Irak intentan desde entonces lograr un acuerdo para compartir el poder. Estados Unidos y funcionarios iraquíes temen que el atolladero político pudiera llevar al incremento de la violencia.