"El Gobierno no resuelve los problemas: los subsidia."
Ronald Reagan
Uál ha sido el rubro dentro del gasto corriente del Gobierno Federal que más ha aumentado en los últimos años? ¿Quizá piensa usted que han sido los servicios personales, la burocracia? Pues se equivoca. El gasto que más ha subido son los subsidios.
Entre 2005 y 2009, un período en el que se registró un aumento de 25.9 por ciento del gasto gubernamental programable, los subsidios tuvieron un alza real de 65.1 por ciento hasta alcanzar la cifra de 280,188.2 millones de pesos en 2009 (Proyecto de presupuesto de egresos 2010, Gasto programable en clasificación económica, 2005-2009; Secretaría de Hacienda, 2009, p. 119).
A la cifra anterior habría que añadir 66,048.8 millones de pesos en subsidios ubicados dentro del gasto de inversión. Éstos muestran un incremento de 136.7 por ciento entre 2004 y 2009.
Si sumamos los subsidios de gasto corriente e inversión de 2009 llegamos a un total de 346,237 millones de pesos. Esto representa un aumento de 75.2 por ciento sobre los 197,649 millones de pesos de 2004. Para ponerla en contexto, la cifra de 2009 equivale a 14.2 por ciento del gasto programable de 2009.
Si nos querían hacer creer que los gobiernos panistas mantendrían el proceso de desmantelamiento de los subsidios que se llevó a cabo en los sexenios de los priistas Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo simplemente nos estaban mintiendo. La verdad es que los gobiernos panistas, pero en especial el de Felipe Calderón, han promovido un incremento de los subsidios gubernamentales que no habíamos visto desde los tiempos de Luis Echeverría y José López Portillo.
Lo curioso del caso es que los populistas, los que creen que los subsidios son la manera de construir una economía más próspera, se quejan del neoliberalismo del régimen de Calderón. No se han dado cuenta de que en su actuación el actual Gobierno ha sido el más populista, por lo menos en el uso de los subsidios, desde la Docena Trágica de los setenta y principios de los ochenta.
Para quienes por el contrario pensamos que los subsidios deben ser una excepción y no una regla, que consideramos que su uso debe limitarse siempre a un tiempo definido y a la obtención de resultados concretos, es realmente muy preocupante ver que el presidente Calderón nos está llevando de regreso a los tiempos de Echeverría y López Portillo.
La razón es que los subsidios son perversos. Los que se otorgan a la gasolina, por ejemplo, favorecen al sector más rico de la población, al que puede comprar automóviles. Procampo apoya a los agricultores ricos, a los que tienen más hectáreas. Oportunidades cuando menos busca apoyar a los más pobres dentro de la sociedad, pero genera un círculo vicioso en el que la gente en vez de usar el dinero que recibe para escapar de la pobreza encuentra en él un incentivo para mantenerse pobre. Véase el artículo "Gradúa Oportunidades a 0.4%" de la reportera Daniela Rea de Reforma, del 30 de mayo de 2010, que señala que sólo ese mínimo porcentaje de usuarios de Oportunidades logró salir de la pobreza en el cuarto trimestre de 2009.
Felipe Calderón ganó la Presidencia con un programa completamente diferente. Ofreció que sería el presidente del empleo y buscó contrastarse con un Andrés Manuel López Obrador que prometía un aumento a los subsidios y programas sociales en el estilo de Echeverría y López Portillo. Es un triste comentario sobre la democracia en México que el ganador de 2006 ha aumentado los subsidios de la forma en que lo ha hecho.
TRANVÍA
Al final la cancelación parece una decisión razonable. El tranvía iba a aportar poco al Centro Histórico de la Ciudad de México y en cambio habría generado daños económicos importantes. Requería además de un importante subsidio fiscal que no puede justificarse. Si otras obras viales de la Ciudad de México hubiesen sido sometidas al mismo escrutinio crítico, habrían sido también canceladas.