Confieso una afición insana por la comida rápida gringa y por los pastelillos empacados, alimentos que, según aseguran neurólogos ingleses, causan tanta dependencia como las drogas duras. Y sí, coincido, y seré adicto, más no irreflexivo. Hay cientos de argumentos en contra de mi propensión a la chatarra, desde nutricionales a económicos, pero hay uno en particular que me aguijonea con frecuencia: estoy consumiendo comida hecha sin amor.
Un chamaquito mal pagado, que seguro no sabe cocinar un huevo revuelto, prepara mecánicamente mi combo con carnes y panes provenientes de animales y granos muertos hace mucho tiempo, en un lugar desconocido. Con los pastelillos es peor. No solo carecen del toque de una mano cariñosa, ni siquiera conocen el contacto de una mano humana.
Qué diferentes son los platillos que prepara Julia Child. Primero en su casa de París, para deleite de su marido diplomático; y luego en su programa de televisión, de los primeros en su tipo, que transmitió la televisión norteamericana durante la década de los sesenta. Una mujer grandota y jovial, que hasta cumplir los cuarenta descubrió que su pasión era la cocina, y su misión, enseñar al público norteamericano, sin poses ni esnobismos, los secretos de la cuisine francois.
Sobre esta Julia gira la mejor parte de la cinta Julie & Julia, la otra mitad es de Julie Powell, escritora frustrada que trabaja como burócrata en un Nueva York recién salido del 11-S, que decide blogear, como desahogo artístico, un experimento culinario: preparar la 500 recetas del primer libro de Child en sólo un año. La cinta transcurre alternadamente entre el renacer parisino de la posguerra que vivió Julia, y la pesadumbre neoyorquina post- Hijad, en que navega Julie.
No es de extrañar entonces que tendamos a preferir las escenas con Julia, además interpretada con exuberancia natural por una Meryl Streep que ya se encuentra más allá de la crítica. Sin embargo, las escenas con Julie presentan un contrapunto interesante, sobre todo por el momento político que vive cada una.
El boom económico y la ingenuidad de finales de los 50, enturbiados por la persecución del McCarthyismo, contra la desigualdad creciente de la década actual, llevadera gracias a la libertad y democratización electrónica traídas por la internet: dos épocas muy distintas, pero enlazadas por el listón de los huevos batidos, por el chisporroteo de la mantequilla sobre la sartén, por el placer eterno de la mesa.
Julie & Julia es la historia de dos mujeres a las que llevó tiempo encontrar su oficio, pese a que tomaban un test vocacional tres veces al día. Del poder de sanación de la estufa, en la que puede prepararse, durante los días nublados, caldo de res, de pescado, de verduras o de pollo, para el alma.
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