Se unen. Vista panorámica de la celebración de la ceremonia del Fuego Sagrado en la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén.
JERUSALÉN.- Las celebraciones por los distintos ritos cristianos de las bendiciones del Agua y del Fuego en el Santo Sepulcro de Jerusalén se entremezclaron en un bullicio ceremonial al que la Policía limitó por razones de seguridad.
Sólo varios miles de religiosos, peregrinos y palestinos cristianos participaron en las ceremonias en el máximo santuario del cristianismo, centro de las conmemoraciones de Semana Santa e imán este año para decenas de miles de feligreses.
La entrada al recinto debió ser restringida debido a que este año coincide la Semana Santa de los ritos católicos, ortodoxo y armenio, lo que provocó un auténtico aluvión de feligreses que buscaban participar en los actos.
"Hace más de un siglo hubo un incendio porque el fuego se prendió en una de las ropas de un peregrino y decenas de personas murieron", declaró un religioso conocedor de la historia del lugar, al explicar por qué se acotó el acceso.
La ceremonia del fuego y del agua tiene lugar en el Sábado de Gloria, un día después de la Crucifixión, y es una ceremonia cargada de simbolismo en la que se bendicen ambos elementos y que estuvo dirigida en el rito católico por el patriarca latino de Jerusalén y arzopisbo de Tierra Santa, Fuad Twal.
Twal encendió y bendijo el fuego sagrado con un cirio pascual recordando que en una jornada como hoy el fuego desciende del cielo para anunciar la Resurrección, en un milagro que se repite año tras año.
El ritual también lo hicieron los creyentes de la Iglesia greco-ortodoxa, en este caso presidido por su jefe eclesiástico, Teófilo III, aunque en su caso se practica con aceite.
La bendición del fuego nuevo se efectúa junto a la Piedra de la Unción, a la entrada de la Basílica del Santo Sepulcro, lugar donde Jesús recibió los últimos óleos tras ser bajado de la cruz y antes de amortajado para su enterramiento en la que es hoy su tumba vacía, que cedió José de Arimatea.
Se trata de una piedra en la que los peregrinos, sobre todo los greco-ortodoxos, suelen impregnar estos días todo tipo de aceites y perfumes que luego llevan a sus familiares en sus respectivos países.
El rito de Agua y del Fuego en Jerusalén es precedido por una vigilia pascual, y en la que los peregrinos expresan su deseo de la resurrección y disposición a aceptar al hijo de Dios, en una jornada de recogimiento y silencio.
A continuación, la lectura de las doce profecías y la bendición del agua, y más tarde un misa anunciando la próxima resurrección de Cristo.
Por la tarde, el ritual incluye una solemne procesión dentro también de la Basílica del Santo Sepulcro, que comienza y termina en la Capilla de la Aparición.
A medianoche habrá otra procesión, esta vez más reducida, antes de la Vigilia del Domingo, en la que los frailes franciscanos preparan el camino de la resurrección.
La solemnidad de los actos religiosos por el Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado de Gloria, dará paso mañana a efusivas muestras de júbilo por la Resurrección, momento que se conmemora con una misa temprana, también en el Santo Sepulcro.
Twal celebrará la eucaristía junto al Santo Sepulcro y declarará el "Yo resucito y estoy contigo. ¡Aleluya!".
Tras la ceremonia de la Resurrección, la Semana Santa llega a su fin aunque el flujo de peregrinos seguirá a lo largo de toda la semana e incluso se incrementará, porque muchos aplazan su llegada para no coincidir con la gran masa de creyentes de estos últimos días.