"Ke Nako: Llegó la hora."
Expresión zulú
CIUDAD DEL CABO, SUDÁFRICA.- En el estadio Peter Mokaba de Polokwane, donde la Selección Nacional derrotó a Francia el pasado 17 de junio, había la noche del partido 35 mil asistentes, de los cuales cuando menos 30 mil eran mexicanos. El hotel Pepper Club de Ciudad del Cabo, donde me encuentro en este momento, está virtualmente tomado por mexicanos. Al caminar por las calles de esta elegante Ciudad del Cabo puede uno encontrar pequeños grupos de australianos, ingleses, argelinos y estadounidenses, pero el contingente extranjero más numeroso -y más ruidoso- es sin duda el mexicano.
Me dice uno los coordinadores de MundoMex, la principal agencia de viajes en el manejo de tours mexicanos en el Mundial, que México es el segundo país que más paquetes vendió para esta Copa del Mundo, pese a la lejanía de la sede y el costo del viaje. ¿Qué país ocupó el primer lugar? Estados Unidos, pero muchos de los estadounidenses son en realidad mexicanos.
Si el entusiasmo de los mexicanos en Sudáfrica ha sido notable hasta este momento, bien podemos imaginarnos que se multiplicará ahora después que el equipo nacional ha obtenido ante Francia su victoria más importante de la historia en una Copa del Mundo.
Las cosas, sin embargo, no serán hoy tan fáciles como el jueves pasado. El juego difícilmente será tan espectacular o emotivo como el de Francia. El que tanto Uruguay como México tengan la calificación virtualmente asegurada con un empate generará un incentivo para un juego conservador. Uruguay se beneficiaría en particular de un 0-0 ya que quedaría en el primer puesto del grupo A. Y los orientales saben jugar mejor que nadie el catenaccio, ese candado defensivo italiano del que pueden salir peligrosas descolgadas.
Para México las cosas son más complicadas. Un empate asegura la calificación, pero en segundo lugar del grupo. Esto significaría que en el siguiente partido, en octavos de final, la selección tendría que enfrentarse con Argentina, como ocurrió en Alemania 2006, cuando la escuadra albiceleste derrotó a México en tiempo extra con un espectacular gol de Maxi Rodríguez. Los argentinos son siempre peligrosos, pero en esta Copa del Mundo se ven abrumadores.
Si México pasa como primer lugar de grupo, su siguiente rival sería Grecia o Corea del Sur, equipos mucho más fáciles que Argentina. Para alcanzar ese puesto, sin embargo, primero hay que derrotar a un Uruguay que jugará al empate.
Aburrido o no, el juego en el estadio Royal Bafokeng de Rustenburg será iluminado una vez más por el entusiasmo de decenas de miles de mexicanos. Con una población de menos de tres y medio millones de habitantes, pocos son los uruguayos que han acudido como espectadores a la justa mundialista.
Ante el entusiasmo -y a veces falta de educación- de los fanáticos mexicanos, no han faltado voces de mexicanos que digan que una de las frases tema de este Mundial ha sido desplegada específicamente para los visitantes de nuestro país. "Ke nako" es una expresión zulú que se repite por doquier. La frase, sin embargo, no tiene nada que ver con la educación de los mexicanos en Sudáfrica sino que significa simplemente: "Llegó la hora."
Para muchos aficionados mexicanos, efectivamente, la hora ha llegado. Han pasado los tiempos en que la mayor esperanza de la selección era no ser goleada. En los últimos cuatro Mundiales el equipo mexicano ha avanzado a la segunda ronda. Al parecer esto ocurrirá por quinta ocasión consecutiva. Para los mexicanos ha llegado la hora. Por eso el entusiasmo de los fanáticos nacionales.
Qué triste que un hombre que en vida siempre representó la tolerancia, Carlos Monsiváis, se haya convertido en sus honras fúnebres en un juguete que se disputaban distintos grupos políticos. Por otra parte, quizá al propio Monsi le habría divertido que tantos mostraran el cobre en su funeral. Habría escrito, sin duda, la mejor crónica del episodio.
