"Una vez que inicia el cambio social éste no puede ser revertido. No se le puede quitar la educación a una persona una vez que ésta ha aprendido a leer. No se puede humillar a una persona que siente orgullo. No se puede oprimir a la gente que ya no siente miedo."
César Chávez, 1984
Nueva York.- Si hay un país que sabe polarizar a su electorado es Estados Unidos. La ansiedad por la reelección explica muchas de las decisiones que se toman en este país. En la mente del político estadounidense corre la dinámica observada por el politólogo Hugh Heclo, la idea de la "campaña permanente" y ello le da cierta transparencia al sistema político, para bien, pero también para mal.
La "Ley de Inmigración, Aplicación de la Ley y Vecindarios Seguros", la tristemente célebre SB 1070, que fue firmada por la gobernadora de Arizona, Jan Brewer, parece salida del manual de Carreño de la política electoral estadounidense.
Todo estaba a la vista: una gobernadora cuyo mayor índice de popularidad era del 40%, desconocida a nivel nacional y con elecciones en puerta. Por ello, Brewer siguió el manual al pie de la letra. Polarizó al votante con la triada seguridad, inmigración, derechos estatales contra federalismo y bingo: obtuvo reconocimiento de nombre instantáneo, acoso mediático, movilización de su base y un empuje en las encuestas.
Por ello, el mismo senador John McCain, quien por años ha trabajado por una reforma migratoria, hoy defiende la SB 1070. El absurdo electorero.
Mucho se ha escrito ya sobre si esta ley es discriminatoria, sobre si todos los estadounidenses son racistas, sobre si la ley es antimexicana, copia del Apartheid o del nazismo etc., y también sobre la aparente inacción y la "tardía" reacción del Gobierno mexicano. Lo cierto es que no todo es negro.
En principio la ley parece puro teatro porque de entrada parece ser anticonstitucional, ya que viola la 4ª enmienda de la Constitución estadounidense, según la cual "nadie puede ser sujeto a una revisión o incautación injustificada". Por ello, el Departamento de Justicia, comandado por la ex gobernadora de Arizona Janet Napolitano, revisa cómo derribar esta ley en el terreno judicial.
Además de ello, la ley de Arizona ha revitalizado a los distintos grupos hispanos que también ya convocaron a marchas y boicots, pero que también revisan los argumentos legales para tirar esa ley. Lo más importante es que los hispanos no están solos. Grupos como la American Civil Liberties Union y líderes afroamericanos como Al Sharpton ya se sumaron a la batalla judicial contra la SB 1070. Con ello se abre una oportunidad política para crear una fuerte coalición en contra de la ley, que trascienda a las organizaciones hispanas y que incida en la reforma migratoria.
Precisamente por ello el diario LA Times publicó un editorial en el que ironizaba al darle las gracias al Estado de Arizona por haber revivido el tema migratorio y haberlo puesto de nuevo en el debate nacional. Y es que en efecto, las prioridades de la agenda de Obama fueron claras desde el principio: rescate financiero, reforma del sistema de salud y ahora una reforma al sistema financiero. El tema migratorio se dejaría para después de las elecciones de noviembre para ver cómo se reconfiguraría el Congreso federal.
No obstante, ahora esta ley ha obligado a Obama a saltar al centro del debate y a los demócratas en el Congreso a tratar una vez más de revivir la discusión federal de la reforma migratoria.
Los números no mienten y el Censo 2010 dará a conocer nuevamente que los hispanos siguen siendo la mayor minoría en Estados Unidos. Un grupo demasiado heterogéneo que lo mismo incluye a millones de mexicanos ilegales que no están activos políticamente, que a miles que sí lo están. Tal vez por ello, el Gobierno mexicano ha preferido tradicionalmente la ruta del cabildeo silencioso.
La reacción pública del gobierno mexicano ha sido la de la retórica nacionalista que apacigua el antiyanquismo que muchos mexicanos llevan por dentro, pero lo interesante sería saber bien cuál es el trabajo que el embajador Arturo Sarukhán, tal vez el representante mexicano con más incidencia en la política de Washington que hayamos tenido, esté realizando.
Culpar a la diplomacia mexicana de que "no hizo nada" para detener la tormenta es fácil, pero una vez más lo que se necesita es una mayor transparencia del trabajo diplomático, que en esencia es un trabajo por detrás del telón.
Lamentable sí que en la tierra de César Chávez, el líder mexicoamericano que aplicó la lucha no violenta por la dignidad humana y por los derechos civiles de los latinos en la década de los sesenta, se haya aprobado una ley que atenta precisamente contra la dignidad. Y sin embargo, Arizona bien podría ser el empujón necesario que Obama necesitaba para honrar la frase que le robó a Chávez, el "Sí se puede" o "Yes We Can".
Twitter @genarolozano