Acuden. El Vía Crucis de Santa Rosa tuvo gran participación de fieles, no hubo temor por la inseguridad de la región. EL SIGLO DE TORREÓN / JAIME DE LARA EL SIGLO DE TORREÓN / JAIME DE LARA
Se realizó ayer el tradicional Vía Crucis de la parroquia de Santa Rosa de Lima en la colonia del mismo nombre con una participación superior a la de años anteriores.
Según el director de Protección Civil del Municipio, Alonso Gómez Vizcarra, hubo más de 8 mil 500 espectadores.
Fue a las 10:30 de la mañana que inició el recorrido que fue de 1 kilómetro 200 metros.
Camino al "Calvario" hubo 100 voluntarios de la iglesia y 100 adicionales de los cuerpos de auxilio como Cruz Roja, Bomberos, Protección Civil, Salud Municipal, Tránsito y Seguridad Pública.
Esta fue la séptima ocasión que Joaquín de la Fuente Salcido interpreta al Hijo de Dios.
Vecino de la avenida Madero, en el Centro de la ciudad, este hombre pasó los últimos 4 meses de su vida preparándose para hacer una digna representación.
Visiblemente exhausto, con la piel enrojecida y con las miradas de los fieles aún en él tras la culminación del Vía Crucis asegura:
"El mensaje es de Dios, que nos llama a estar con él en su pasión, muerte y resurrección y quiere que seamos mejores, que siempre nos respetemos y amemos entre nosotros", estando ya en las calles Auza y Zarco de Santa Rosa.
Admite que llevar la cruz resulta pesado aunque para Joaquín la satisfacción de hacerlo es superior al cansancio, la insolación, los azotes y las excoriaciones de la piel que le recuerdan su esfuerzo en esta participación cuya finalidad es ser un instrumento de su fe.
Adicionalmente al Vía Crucis de Santa Rosa, también se realizó el de otros sectores populares como "Chapala", Venecia, Trincheras y el ejido San Felipe que es el más poblado del municipio con más de 5 mil habitantes.
JOAQUÍN Intérprete de Cristo en el Vía Crucis de Gómez
El origen
Vía Crucis son dos palabras latinas cuyo significado podría traducirse como "camino de la cruz".
⇒ Los precedentes del Vía Crucis datan de los primeros siglos del cristianismo, de la piadosa compasión con que los cristianos primitivos veneraban los pasos de la Vía Dolorosa.