E N las primeras páginas de la obra Biógrafos Griegos, ediciones Aguilar 1964, aparece como rapsoda de los que las musas se sirven para expresar y difundir las leyendas del pasado, Plutarco de Queronea quien narra lo que se llamó Vidas Paralelas, personajes que aparecen uno tras otro en un entorno histórico, en las que siguiendo un criterio de analogías y semejanzas, comparando dos personalidades a la vez donde, entre muchos otros, aparecen Pirro y Cayo Mario. El primero era un sobrenombre que se le dio a su familia siendo un niño, que dio lugar a que las batallas en que participó siendo rey de Épiro se les denominaran guerras pírricas. La batalla de Heraclea representó la última resistencia de Grecia frente a la joven República romana que así extendía su hegemonía sobre la península italiana. Después de puesto el sol, siendo Pirro herido en un brazo con un golpe de lanza y habiendo los samnitas saqueado su bagaje, y que de Pirro y los romanos murieron más de quince mil hombres de una y otra parte, ambos se retiraron y se cuenta haber dicho Pirro a uno que le daba el parabién: "si vencemos todavía a los romanos en una sola batalla, pereceremos sin recurso".
Lo mismo podrían decir algunos gobernadores de distintos estados de la República en los que hubo elecciones este mes de julio. Sus recomendados obtuvieron victorias pírricas, que son aquéllas en que habiendo obtenido la mayoría de votos en las elecciones verificadas el 4 de ese mes, dejan delante de los votantes una estela visible de violaciones en las diferentes etapas de que constan los comicios. De ellos podría decirse que ven la tormenta y no se hincan, pero nada les importa. Desde las encuestas de resultados electorales preliminares, de las que se dice no existió transparencia en la licitación ni pruebas de operación del sistema, al menos en tres entidades resultaron contrarias al resultado. Hasta la apertura de casillas posteriores a las elecciones revelaron fueron preñadas. La preparación que hicieron los gobernadores y/o sus pupilos, incurriendo en varias anomalías que, en su caso, podrían llevar a las autoridades electorales de más arriba a declarar los resultados contrarios a los que se desprenden de las actas.
Al que de plano le sacaron sus trapitos al sol fue a Miguel Ángel Yunes Linares, candidato al Gobierno del Estado de la Vera Cruz, al que le atribuyen, -no sabemos si con malicia de parte de sus contrarios en la lucha electoral, esto porque esas cosas por lo común, dada su necesidad de reserva se hacen en el mayor de los secreto, nunca por escrito-, circulando en este caso un documento, con una ausencia de colmillo, que de confidencial sólo tiene el nombre, en el que se anuncia un plan para repartir dinero a cambio de votos. En efecto, este escrito, se dice, señala a sus operadores, de los cuales tenía una red por toda la entidad jarocha, indicando que distribuyeran dinero en efectivo el día de las elecciones en varias cantidades según la reseña atendiendo a la hora, sino recogiendo credenciales, haciendo la apología de un delito de tipo electoral, robo de urnas, quema de votos, inicio de un tumulto y consecuente escándalo que llegase y se difundiese por los medios. Se difundiera a continuación el rumor de que fueron los adversarios en la entidad gobernada por el PRI. Esto, de ser verdad la existencia de ese documento, no puede ser tachado sino de gangsterismo electoral.
Al gobernador actual Fidel Herrera a quien el Partido Acción Nacional por conducto de su presidente César Nava delató como amante de hacer enjuagues a través de las líneas telefónicas exteriorizando su tendencia a realizar actos indebidos que perjudiquen a sus contrarios políticos. En ese estilo de la costa, del que debería inhibirse un mandatario, en lenguaje salpicado de palabrotas, daba instrucciones a sus compinches para que realizaran sucias tareas, en la inteligencia de que había dinero, del erario público, a disposición de los candidatos a alcaldes de su partido político. En fin en la batalla de Heraclea que da título a este artículo, del que mencionamos líneas antes lo que en la versión de Plutarco se describe, agregaremos otra: que el Rey Pirro perdió 15 mil de sus hombres, en tanto que en el combate de Ásculo el triunfo le costó la pérdida de 13 mil romanos, cuando Pirro meditó sus triunfos sólo dijo: "otra victoria como ésta y estamos perdidos", de ahí que se hable en estos tiempos de triunfos pírricos cuando algunos gobernadores para dejar sucesor cometen trapacerías y embrollos con una sonrisa de satisfacción que, a la larga o a la corta, tendrá un costo político. La ciudadanía se está cansando de tanto cinismo.