La conmoción que provocó la desaparición de la pequeña Paulette tuvo un final feliz solamente para quienes eran señalados como los presuntos culpables. De aquí en adelante podrán respirar a sus anchas, no así la niña que de ser cierto lo que se menciona voló yéndose al cielo. Acaba de darse a conocer que después de estudiar el caso se llegó a la conclusión de que la niña falleció a consecuencia de que se asfixió al rodar su cuerpecito sin control hasta la orilla de la cama, donde enredada en cobijas, cayó en un hueco sin poder salir por sí misma dada su condición de inválida. Así hizo el anuncio el procurador del Estado de México. Si fue así, nada queda por hacer como no sea desearle a la pequeña que descanse en paz. Los que no podrán hacerlo serán quienes la mantuvieron con el status de desaparecida por largo tiempo. Nadie que se presuma como persona pensante puede aceptar semejante bodrio de conclusión. Hay detalles en la averiguación que no encajan en como se desarrollaron los hechos. Es, desde luego, un guiso mal aderezado.
Me imagino el camote que habrá tenido que tragar el señor Procurador. Después de todo debe ser, por su juventud aún no maleada, una persona decente, lo que en algún momento debió llevarlo de la mano a reparar en la inconsistencia de la postura que, a querer o no, hubo de asumir. Se ve que sólo un fuerte compromiso personal lo obligó a aceptar lo inaceptable. Hay razones para considerar que así fue. No es tonto por lo que algún momento de la saga debió advertir que lo que decía ni a él mismo lo convencía. En la entrevista que concedió a los medios para anunciar que según los peritajes que constaron de 83 declaraciones, 85 dictámenes institucionales, tres dictámenes externos, tres informes, 20 inspecciones y 14 reconstrucciones de hechos, la menor no presentaba indicios que señalen la oclusión de sus orificios nasales fuera producida por otra persona pues no hay estigmas ungueales (rasguños), excoriaciones perinasales o peribucales (raspones alrededor de nariz o boca). Tanto bregar, tanta retórica, para preparar una poción que nadie, en sus cinco sentidos, es capaz de tragarse sin cuando menos hacer gestos de repugnancia.
Bueno, dejémoslo así. Demos un voto de confianza al encargado de procurar justicia en el Estado de México. La niña tenía un padecimiento que afectaba su locomoción, lo que vuelve probable el que no hubiera podido escapar a la suerte que le deparaba el destino. Su cuerpecito quedó ahí, exánime. Creo que se exagera al señalar en el dictamen que no se encontraron lesiones que indicaran maniobras de defensa o resistencia, previos al fallecimiento. Me pregunto, ¿que clase de resistencia física podía oponer si carecía de actividad locomotriz?
Más adelante, se señala en el mentado dictamen, que el cuerpo de la menor no fue manipulado después de su muerte, permaneciendo en el lugar donde fue encontrada desde que expiró. Se desechó la hipótesis que el cadáver de la niña hubiera muerto en otra parte y después colocada expresamente en el lugar donde posterior a su muerte se encontró. Se revelaron como buenos plomeros al tapar cualquier orificio por donde pudiera fugarse lo único que le daría certeza a su conclusión: simple y sencillamente la verdad.
Lo anterior no coincide con varios puntos que quedan ensombrecidos por la duda: en la cama durmieron es de suponerse que, mientras el cadáver de la menor aún se encontraba ahí, un matrimonio amigo de la familia. Los policías estuvieron en la escena, un cuarto de 10 metros cuadrados. Unos perros, llevados ex profeso al lugar, no percibieron su olor. Los sagaces detectives que catearon la casa no se percataron que estaba ahí. Las dos sirvientas-niñeras dijeron haber hecho la cama, es decir, haberla arreglado asegurando que no estaba el cadáver de Paulette y lo repitieron en una máquina de las que detectan mentiras a la que fueron sometidas. Estas dos pobres mujeres sufrieron el perverso interrogatorio de separadas comunicarles que la otra ya había confesado sin que fuera verdad. Las autoridades "se están burlando de la población al entregar un torpe y grotesco resultado que a nadie convence", "la peor barbaridad que en materia de procuración de justicia se ha realizado en México durante los últimos años" sostuvo un dirigente político.
En fin, la vida no preconiza que las patrañas sean la mejor fórmula para mantener la tranquilidad social. Si no fuera este asunto una tragedia, podríamos ironizar hablando de una cama asesina.