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La Columna de Brizio

ARTURO BRIZIO C.

El pasado fin de semana, durante el cotejo entre Monarcas y Atlas, se suscitaron incidentes que por su gravedad deben ser analizados a fondo.

Para empezar, el equipo michoacano le caminó por encima a los Rojinegros y el arbitraje a cargo de Paul Delgadillo fue francamente muy malo, perdonando una artera agresión al jugador visitante Mario Méndez y cobrando un penal inexistente a favor de los purépechas a dos minutos de finalizar el cotejo.

Y es en esta acción donde quiero centrar mi comentario: Las protestas de los atlistas fueron desmesuradas y fuera de tono, sobre todo porque el hipotético gol no cambiaría el resultado. La indisciplina de los otrora "amigos del balón" fue encabezada por su guardameta, el argentino Damián Barbosa, quien se quejó hasta la saciedad por la errónea marcación.

La cosa no acabó ahí, pues el tiro penal fue detenido por el cancerbero sudamericano, sólo que con un pero: se adelantó antes de que el balón estuviera en juego, lo cual fue observado en forma puntual por el juez asistente Juan Reyes Chávez, y el cobro de la pena máxima debió ser repetido.

Otra vez las quejas, el llanto y los lamentos "margaritas" y, ¿a que no sabe usted quién era el más gritoncito?, pues acertó, otra vez el chamaco Barbosa.

Jared Borgetti ejecutó el castigo y esta vez lo acertó, aunque el meta tapatío ni siquiera se tiró y luego volvió a increpar al asistente con todo género de majaderías sin que éste o Delgadillo tomaran cartas en el asunto.

El caso es que se trata del mismo sujeto que, en la fecha tres ante Santos en la Comarca, luego de ser expulsado le dijo a un dirigente lagunero: "Te voy a matar".

La Comisión Disciplinaria, benevolente y alcahueta, decidió solamente sancionar económicamente a este energúmeno y no faltaron los comentaristas que dijeran que "son cosas normales en el futbol" o hasta se aventaran la puntada de justificarlo "porque así son los argentinos".

Esta situación me hace recordar, muy a mi pesar, a otro argentino de la peor ralea llamado David Ángel Comizzo, guardavallas también y quien se cansó de cometer tropelías en México sin que nadie se atreviera a contenerlo.

Jugador de excelentes condiciones, su comportamiento en la cancha con rivales y oficiales era francamente patológico y lo que hacía no podía considerarse como cosas del juego o propias de una nacionalidad. Era, simplemente, una mala persona.

En su debut con Tigres lo expulsé y toda su carrera en México fue una constante confrontación, hasta que casi deja lisiado a Carlos Hermosillo en aquel penal que le costó el título a su equipo, el León.

Me parece que Damián Barbosa, meta surgido de Banfield, es la versión remasterizada de Comizzo, y si no lo paran a tiempo, va a ocasionar una tragedia. Al tiempo.

Apbcarter_1@hotmail.com

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