¡QUÉ BARBARIDAD!.- Para aquellos que pensaron que la designación del árbitro inglés Howard Webb era la adecuada para dirigir la gran final del Mundial de Sudáfrica, tendrán que reconocer que se llevaron un gran chasco. Resultó un verdadero fiasco.
ARRANCÓ COMO POTRO FINO.- Amonestando a Robin van Persie y Mark van Bommel por Holanda y a Carles Puyol y Sergio Ramos de España, pero al minuto 27 se espantó ante la criminal entrada de Nigel de Jong sobre Xavi Alonso y perdió una oportunidad dorada de pasar a la inmortalidad.
LE SIGUIÓ LA TOS AL PERRO.- Cuando Wesley Sneijder "planchó" a Sergio Busquets y su poco carácter le impidió tomar una segunda decisión trascendental, conformándose con sólo marcar la falta que era merecedora de la pena capital.
TODO EL MUNDIAL.- Se le permitió jugar fuera del reglamento al rudísimo Van Bommel. No se trata de un jugador recio, ni siquiera rudo. Es un tipo malintencionado que a todas las pelotas divididas va con ventaja y muy mala leche. La final no fue la excepción y aunque jugó amonestado la mayor parte del encuentro, se le fue vivo al mediocre silbante británico.
DEMASIADO BARATAS.- Puso el buen Howard las tarjetas amarillas. Por "zacatón" y no sacar la roja a tiempo, tuvo que "fumarse" todo género de indisciplinas y violencia, y aunque se quedó corto, mostró 13 cartones en total, a saber: 8 para Holanda, 5 para España, más la roja, merecida por demás, para John Heitinga.
LE PERDONÓ.- Al minuto 83 la expulsión a Puyol por sujetar a Robben cuando el partido estaba empatado a cero. Esta jugada resultó fundamental, ya que el líder catalán debió abandonar el terreno de juego. Después tuvo que amonestar al naranja y aguantarlo el resto del encuentro.
DE OFTALMÓLOGO.- Francamente ridículo que no se haya percatado de un claro tiro de esquina en un tiro libre a favor de Holanda. La bola pega en un integrante de la barrera y además la roza Íker Casillas. De esta jugada se desprendió el gol de España.
BIEN VALIDADO.- El gol ibérico, puesto que en los dos toques buscando a Andrés Iniesta jamás existió fuera de lugar. Esta hay que ponérsela buena a su asistente Michael Mullarkey. El arbitraje del Mundial fue muy malo pero el de la gran final fue, simplemente, vergonzoso.
NO ENCONTRAMOS.- A ese árbitro estrella, aquel que nos deslumbrara con su personalidad y aplicación reglamentaria. Los jueces se han vuelto asalariados de las federaciones y empleados de la FIFA y eso, por razones evidentes, hipoteca su juicio y opinión. Ojalá se busquen verdaderas fórmulas para revertir esta tendencia perdedora.
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