LEJANO PARECE.- Pero acabó hace apenas cinco meses, el Mundial de Sudáfrica. Independientemente del escaso futbol visto, presenciamos el peor torneo desde el punto de vista arbitral de que se tenga memoria. Error tras error y evidente perjuicio causado no sólo a los equipos sino al juego mismo, fueron una constante.
SIN EMBARGO.- El Comité de Arbitraje de FIFA, presidido por el español Ángel María Villar, calificó como de un 98% el grado de acierto de los señores silbantes. La verdad, fuimos a distintos eventos porque el juicio en los diferentes encuentros careció de criterio, unificación en los procedimientos y apego al reglamento.
LOS ERRORES QUE SE LLEVARON LA PALMA. Fueron sin duda los cometidos por el uruguayo Jorge Larrionda en el Inglaterra ante Alemania y Roberto Rosetti, el italiano que condujo las acciones en el crucial partido entre México y Argentina. Claro que para cometer tamaños desatinos necesitaron de la "colaboración" de asistentes más malos y desconcentrados que ellos.
VIENDO EL DETALLE.- En el juego entre germanos e ingleses, el balón penetró metro y medio en el arco teutón y nadie se percató de ello, incidiendo directamente en el resultado pues era el empate a dos goles, en una reacción bravía del "equipo de la rosa". Lo del fuera de juego de Carlos Tévez, en el primer gol pampero frente a los aztecas, es simplemente imperdonable, ya que el delantero no tenía un solo rival enfrente al momento del toque.
LOS JUECES MEXICANOS.- No escaparon a este mediocre concierto de fallas. Marco Rodríguez fue duramente criticado por su rigor mal entendido y no pasó de la primera ronda y Armando Archundia, al revés. Su legendaria tibieza lo sacó de toda posibilidad de dirigir algún encuentro importante en las rondas decisivas, concretándose a arbitrar el juego por el tercer lugar, en una especie de premio de consolación.
LA CEREZA DEL PASTEL.- Fue la paupérrima exhibición del inglés Howard Webb en la gran final entre España y Holanda. Vergonzoso fue ver a un juez tan carente de redaños, de valor, de pantalones para aplicar el reglamento, sobre todo en cosas de primer año como las patadas arteras. La entrada de Nigel de Jong sobre Xavi Alonso, apenas en la primera media hora de juego, es un monumento a la "mala leche" y a la nula voluntad de marcar los límites.
TODAVÍA EL MUY CÍNICO.- Al llegar a su país declaró que "no había otra manera de arbitrar ese partido". ¡Qué poca! La pregunta que yo le haría al calvo hijo del imperio británico sería: ¿Y qué tal aplicando la Ley? Porque evidentemente careció de fuerza y mística para entender que estaba en una final de Copa del Mundo y la quiso dirigir como si se tratara de una cascarita entre cuates.
FINALMENTE.- Quiero emitir el ferviente deseo de que a usted, amable lector, la salud le dé "la ley de la ventaja", el trabajo nunca lo encuentre en "fuera de lugar" y la felicidad le entre con "los tacos por delante" en el venidero 2011.
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