Siempre que algún equipo de un deporte profesional cae en una mala racha (los tiempos actuales consideran una mala racha aunque sea de tres partidos sin ganar o peor de tres derrotas seguidas) los medios de comunicación solemos caer en la presión que el público impone, me explico, cuando los aficionados que consideran a sus equipos competentes y candidatos al título empiezan a atestiguar cómo sus admirados jugadores no pueden ganar y se alejan cada vez más de un buen desempeño en el terreno de juego, normalmente les gusta achacarlo al típico "hay algo raro, muy raro en el equipo", "¿no estarán peleados con el técnico?", "no les dieron las primas que les prometieron", "es que algunos ya saben que se van a ir y sólo se hacen güeyes", "el vestidor está roto", etcétera, etcétera.
Y ahí vamos los medios. No podemos decir que al igual que otros equipos es hasta cierto punto normal que un equipo caiga en estas rachas, por lesiones, suspendidos o simplemente por baja de juego generalizada. Nos resulta irresistible el no participar en el juego de la especulación y caemos en situaciones como la que se presentó en la derrota contra Jaguares; según algunos medios no se debió a la buena actitud que presentó como visitante el equipo chiapaneco, no, fue porque en la semana se pelearon Darwin y Lacerda en un entrenamiento y no se pueden ver. En el siguiente entrenamiento, los jugadores mencionados salen abrazados tirados de la risa, celebrando la imaginación desbocada de algunos.
Por lo que respecta a Vaqueros, cuatro derrotas seguidas y a siete juegos del líder de su zona, los Diablos Rojos del México, la temporada tiene apenas 23 juegos de 107, hay tiempo de mejorar, pero también es cierto que terminar rezagado en la primera mitad obliga a una segunda de buena a excelente. La temporada pasada Vaqueros tuvo un último mes fantástico, las posibilidades de repetir semejante hazaña son francamente remotas. Por lo tanto, de los doce próximos juegos, nueve son en casa, hay que ganar mínimo siete en el Revolución y uno más en la gira para volverse a meter al carril que lleva a los playoffs.
Santos, por su parte, liga tres derrotas y jugando cada vez peor en cada uno de los descalabros, aún así tiene el plantel y el técnico necesario para clasificar a la liguilla, obviamente mejorando su desempeño y con la reaparición de algunos elementos claves, de hecho, si hoy derrota al campeón defensor, estaría prácticamente clasificado con 27 puntos, quedándole todavía el juego del "monday night" en casa contra el San Luis para buscar trepar a los cuatro primeros lugares de la general, en la 17 es muy factible que llegue matemáticamente clasificado contra el América y la encomienda sea la de asegurar un buen puesto para la fiesta.
Diría el mítico Kalimán, "serenidad y paciencia", las cosas en nuestros dos equipos van a mejorar, la historia así lo ha demostrado.
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