¿Tiene sentido volver a remover la herida de lo ocurrido el domingo en Monterrey? ¿Que no nos ha quedado claro que los Rayados fueron infinitamente mejores en la vuelta y merecen el campeonato? ¿Realmente alguien cree que con Ludueña o Juan Pablo o "Chema" de inicio Santos hubiera ganado el título?
Vucetich soltó a su equipo, lo lanzó con todo su poderío y liderado por un grandísimo jugador como Suazo terminó triturando las ilusiones de Romano y compañía. Mourinho dice que este tipo de derrotas son digeribles, como la que él sufrió de cinco a cero ante el Barcelona, porque dice que no hay nada que alegar, ¿qué puede evitar que hagas una correcta digestión cuando todo lo que te dieron te lo comiste sin chistar? Que Rubén Omar diera rienda suelta a su muy explicable frustración es otra cosa, que Archundia se fue, confirmando que debió despedirse mínimo un año antes, es otro asunto; esta vez, a diferencia de lo ocurrido en Toluca, no se pudo competir en el Tec. Nunca se fue rival, en ningún momento se aspiró a algo, jamás se fue amenaza alguna para el rival, simplemente se dio el peor partido del año en el peor momento. Pero para eso está la NFL y los Acereros de Pittsburgh, para hacer la vida más llevadera y no buscar la navaja para cortarse las venas.
El mismo domingo de la ignominia futbolera, en la tierra que hizo famosa Edgar Allan Poe, los Cuervos y los Acereros protagonizaron un estrujante partido, un juego que fue digno de que Winston Churchill (si viviera y le gustara el futbol americano) hiciera nuevamente su famoso pronóstico, como el que hizo a los ingleses en la Segunda Gran Guerra, "sólo les prometo sangre, sudor y lágrimas".
Mención honorífica aparte a Ben Roethlisberger, este hombre no tiene el "charming" de Tom Brady, pero si el "Killer" Jerry Lee Lewis lo vio jugar le cantaría sin duda Great Balls of Steel, qué demostración del mariscal de campo de los Acereros, con un tobillo inflamado y medio protegido por un fuerte vendaje y zapato dos tallas más grande de lo normal, que obviamente limitaba la capacidad de movimiento, y si a esto le agregamos que jugó prácticamente tres cuartos con la nariz rota por un azotón que le propinó Haloti Ngata, y que en su momento y para no variar no fue castigado, después recibió una multa, pero como siempre, con los Steelers siempre después de atole se reciben las disculpas de los árbitros. Además Heath Miller, ala cerrada de los multicampeones, fue conmocionado por un golpe casco contra casco por Jameel McClain sin balón de por medio y ¿qué se marcó?, absolutamente nada. Ahora Miller, pieza vital en la ofensiva acerera, está en duda para el domingo, cuando se reciba a los Bengalíes en otro duro partido interdivisional. Contra todo y contra todos, Pittsburgh camina, es dueño de su destino y no hay nada que deseemos más los habitantes de Steel Country que enfrentarnos de nuevo a los Pats y a Tom Brady. "Escúchame bien perfumadito, esto ya es personal".
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