Alguien en Santos Laguna debe de contactar al sicólogo que seguramente trabajó horas extras para regresarles la confianza en sí mismos a los Bills de Búfalo del 90 al 94. El equipo dirigido por Marv Levy tuvo cuatro viajes seguidos al Super Tazón perdiendo cada uno de los partidos en los que participó, el destino fue cruel con ellos, en su primer Super Bowl, el número 25, perdieron con los Gigantes de Raúl Allegre aunque el lagunero no estuvo en el campo, Matt Bahr fue el pateador titular de Nueva York en ese partido, Raúl sí participó en la edición 21 cuando Gigantes derrotó a los Broncos de John Elway y tuvo un gol de campo de 21 yardas que colocaba las cosas 20-9 a favor de Gigantes, que al final derrotaron a los Broncos claramente 39-20. Pero no nos desviemos, aunque vale la pena recordar a nuestro paisano, que ahora brilla como un magnífico analista en la cadena ESPN. Volvamos al punto de los Bills, perdieron su primer Super Bowl 20-19, quedando grabado con lágrimas de sangre en el alma de los seguidores de los Bills el gol de campo fallado por el pobre de Scott Norwood, intento de 47 yardas; con sólo segundos restando en el partido, Norwood fue flagelado por la ciudad de Búfalo y sus alrededores como si fuera un torvo criminal.
Los siguientes tres viajes al juego grande por parte de los Bills fueron un desastre, Pieles Rojas los apaleó 37-24 en el Super Tazón 26, los méndigo Vaqueros abusaron de ellos dos veces seguidas 52-17 en el número 27 y 30-13 en el 28. Después de perder cuatro Super Tazones seguidos, en la temporada del 94 los Bills tuvieron marca perdedora 7-9, aunque en el 95 volvieron a ganar su división, vencieron a los Delfines en el juego de comodines, pero se toparon con el Acero en la semifinal de Conferencia, cayendo estrepitosamente 40-21.
Pero retornando al punto, cuando pierdes dos finales seguidas, como es el caso de Santos Laguna, ¿cómo haces para recoger los pedazos de ánimo dispersos en el campo? Volverlos a juntar y convencer a tus jugadores que vale la pena volver a trabajar y ahora con mayor ahínco, con mayor intensidad, que sí vale la pena intentarlo una vez más. Romano debe de intentar hacer contacto con aquellos Bills que perdieron consecutivamente por paliza dos juegos de ese calibre y tuvieron los arrestos de regresar para volver a perder humillantemente. Obviamente el técnico santista debe de preguntar a la persona indicada, Jim Kelly, Marv Levy, Thurman Thomas, qué sé yo, que le haga un pequeño favor, le revele qué fue lo que hicieron mal, cual fue el mal cálculo a la hora de culminar por fin el viaje con un título, es casi imposible que encuentre una respuesta realista, un método infalible para ganar el campeonato, pero al menos vale la pena estudiar a esos testarudos Bills, que ignoraron críticas y pronósticos fatalistas para hacer cuatro viajes seguidos a la tierra prometida perdiendo el rumbo en cada uno de ellos. Nuestro deseo para el 2011 es que Rubén Omar Romano por fin exhale todo el aire guardado y con él la amargura que consciente o inconscientemente ha atormentado su vida como director técnico, ¡vamos Rubén!, estás en el lugar ideal para espantar de una vez y para siempre ese méndigo fantasma, rompiste con Santos la cadena de juegos sin ganar en Liga, ahora tienes dos oportunidades en el año que viene. La pregunta para los dos siguientes torneos será: ¿a quién vencerá Santos para obtener su cuarta estrella?
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