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La 'Cumbre Gloria Estefan'

GENARO LOZANO

"Nuestros edificios políticos están construidos sobre arena; por más solidez que pongamos en las paredes, por más adornos que se les hagan, no

Salvamos el mal de sus bases."

Carta de José Antonio

Sucre a Simón Bolívar

La reciente Cumbre de la Unidad de América Latina y El Caribe fue un éxito mediático, un verdadero gana-gana para l@s jefes de Estado y de Gobierno que asistieron a Cancún, convocados por el presidente Felipe Calderón. A nivel personal, nadie perdió.

Ganó Felipe Calderón porque de repente alcanzó la imagen pública de un estadista. En los nueve años de gobiernos panistas la queja constante ha sido que "nos hemos alejado de América Latina, por entregarnos a Estados Unidos", que si a Fidel Castro la "Doctrina Castañeda" le dio de comer y lo corrió, a Raúl la diplomacia calderonista lo sienta con Evo Morales, Hugo Chávez y Lula da Silva y le ofrece ron y silencios cómplices. De repente, hasta en el Senado aplaudieron la política exterior de un Gobierno panista.

Ganó Cristina Fernández porque usó la cumbre como una enorme cortina de humo a los problemas de política interna que vive en Argentina, porque si la popularidad de un mandatario latinoamericano va en picada, lo mejor que puede hacer es invocar a la "unidad nacional" en aras de un enemigo extranjero -que si habla inglés mejor aún.

Ganaron Hugo Chávez y Álvaro Uribe, porque además de seguir levantando un muro más alto que sus egos en las fronteras entre sus países, ambos recurren al sueño de completar el sueño de unificación que tuvo Bolívar antes de renunciar a él diciendo que la "América hispana es ingobernable", vaticinando la ola migratoria del siglo 20.

Ganó Lula da Silva porque pese a haber pasado a un segundo plano mediático en la Cumbre, la verdad es que ya se va y no necesita más reflectores. Tiene una popularidad por arriba del 70%, entregará un país que crecerá por arriba del 5% y una imagen internacional que no sólo al presidente Calderón, sino a los empresarios y a algunos intelectuales mexicanos les da envidia.

Hay una guía casi universal en la política exterior y es que ésta debe servir al "interés nacional" de un país. El concepto del interés nacional es problemático, pero en la práctica se traduce como el conjunto de objetivos del Gobierno en turno, sea el de Irán, Venezuela, Estados Unidos o China. Por ello, la Cumbre parece haber sido un éxito, porque para Calderón fue un respiro en medio de una imagen desgastada internamente por dos guerras, la del narcotráfico y la cultural, así como por falta de indicadores económicos que presumir, insensibilidad política, etc.

Sin embargo, en el plano de la construcción del papel de México en el mundo y en el de la integración latinoamericana no hay quécelebrar. Porque es fácil y útil llamar a la unidad latinoamericana, pero sin darle forma institucional, un objetivo claro y metas con plazos a cualquier nuevo organismo no se logrará nada más allá de una foto con el Caribe de fondo.

América Latina lleva siglos pensándose como una entidad unida desde el norte de México hasta el sur de Chile y lleva décadas integrándose a través de varios procesos y bloques regionales, en los que incluso algunos países repiten pertenencia. Si de verdad los mandatarios latinoamericanos logran darle coherencia y unidad a esos mecanismos y bloques avanzarían hacia una integración que no sería una comunidad política y económica como lo es hoy la Unión Europea, ni mucho menos una asociación comercial como el TLCAN, pero sí un mecanismo que lidere ese panteón institucional que hay y que le permita a la diplomacia mexicana tener objetivos claros y alianzas en todos lados.

Un mecanismo así no suplantaría a la OEA, porque en los asuntos del Continente no se puede dejar a Estados Unidos, ni a Canadá ni a Honduras, para el caso, fuera. Sin embargo, en temas comunes a los latinoamericanos, como el viento del cambio que corre a favor de la despenalización de las drogas, crear una voz latinoamericana en torno a ése y a otros temas podría hacer una enorme diferencia.

Como argumenté con Hernán Gómez en las páginas de El Universal hace algunas semanas, es un falso dilema decir que México debe optar por un solo código postal. La versatilidad diplomática es lo que hace global a un país, tener un proyecto realizable con América del Norte, pero también con Asia, Europa y Latinoamérica, que vaya más allá de firmar más de 40 tratados de libre comercio sin una estrategia de promoción que lo acompañe, es lo que le da fortaleza a un proyecto global.

La retórica y el nacionalismo siempre irán de la mano de la política y de la diplomacia, pero tan retórico y nacionalista es elevar falsamente las expectativas y prometer una "enchilada completa" o exigir una visita presidencial a Washington cuando no parece haber proyecto, como el argumentar que la unidad latinoamericana está más cerca que nunca. Son las caras de la misma moneda. Urge un verdadero proyecto de política exterior antes de 2012.

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@genarolozano

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