Riesgo. Además del mal olor, este registro abierto representa un riesgo para las personas que por el lugar caminan.
El mercado del Barrio de Analco vive de los recuerdos; el comercio en ese lugar, uno de los de mayor tradición, es cosa del pasado. Desde hace años, lo único que se vende en sus locales es soledad y olvido.
En un recorrido realizado por El Siglo de Durango, se pudo constatar que pese a los anuncios oficiales de rehabilitación, todo ha quedado en promesas. Aunque ciertos espacios se mantienen vivos, la mayoría luce en el abandono; algunos de ellos, incluso, se han convertido en un foco de infección.
La mayoría, antes que mobiliario, guarda restos de basura. Y nada más.